Esta es la conclusión que la Guardia Civil presentará ante el juez tras interrogar a los testigos del tiroteo acaecido en Can Miquel Martí, en la playa des Migjorn, el jueves a primera hora de la mañana.
A esa hora, la madre -Maria B.-, de 46 años, estaba ya dentro del coche a punto para acompañar a su otro hijo, Stefan, de 18 años, al instituto.
En ese momento se acercó, armado con una pistola, a la ventanilla del conductor el abuelo de Christian y Stefan, y suegro de Maria, de 82 años. Ante las amenazas y gritos, Christian salió de casa y forcejeó con el anciano, momento en el que se produjeron los dos disparos que le alcanzaron en un gluteo y ligeramente en un brazo.
Inmediatamente después, el anciano dirigió la pistola hacia su nuera, a la que alcanzó también en un brazo, aunque de forma ligera.
Inmediatamente después, se disparó a sí mismo en la cabeza, quitándose la vida.
Según fuentes conocedoras de las relaciones familiares, el anciano era enemigo acérimo de su nuera, aunque nadie esperaba que llegara a dispararle y deseara matarla.