La Unión Europea forzará a las compañías aéreas a utilizar biocombustible en el marco de la descarbonización, para frenar el calentamiento de la atmósfera y revertir el cambio climático.
Una iniciativa que, hoy en día, multiplica los costes de cada vuelo. El biocombustible, en estos momentos, es hasta tres veces más caro que el gasóleo de aviación común.
Consciente de que el biocombustible encarece los billetes, Bruselas ha exonerado de su utilización a determinados territorios europeos. En el caso de España, las Islas Canarias ya que, desde el Tratado de Adhesión de Madrid, siempre ha sido considerada región ultraperiférica y goza de un estatus especial muy beneficioso para su economía.
Sin embargo, las Islas Baleares, pese a ser un archipiélago y, por tanto, un territorio en medio del mar sin posibilidad de conexiones a través de autopistas y trenes, no se beneficia -por ahora- de la excepción europea.
La excepción a la utilización obligatoria de los biocombustibles debe ser, por tanto, impulsada desde el Gobierno de España en funciones, presidido por Pedro Sánchez hasta que haya un relevo o se consolide en el cargo.
Un requerimiento, el del Govern balear al Gobierno de España sobre el transporte aéreo, que no se detiene en los biocombustibles. AENA, la compañía semipública del Estado que gestiona todos los aeropuertos nacionales, ha anunciado ya un encarecimiento de las tasas aéreas, que las compañías -como ocurre siempre- repercutirán en el precio de los billetes.
Una vez más, las leyes estatales y europeas olvidan que Baleares es un archipiélago y que, por tanto, el transporte aéreo es vital para la actividad económica, el turismo y las conexiones sociales.