En una trayectoria mayúscula repleta de cifras y logros impresionantes, el ‘grand slam’ número 24 aparecía para Djokovic como algo casi utópico, una especie de Santo Grial.
De 36 años, el balcánico estaba empatado hasta hoy con Serena Williams- quien nunca consiguió llegar a las dos docenas de ‘grandes’ por mucho que lo intentó- como el tenista hombre o mujer con más ‘grandes’ en la Era Open.
Pero ahora Djokovic, que celebró su victoria llorando sobre la pista, abrazándose a su hija y con una camiseta en homenaje a su amigo cercano Kobe Bryant, no solo tiene en solitario el récord de la Era Open sino que además comparte la marca absoluta con Court.
Djokovic, que este lunes será de nuevo número uno de la clasificación de la ATP en lugar de Carlos Alcaraz, doblegó a Medvedev, verdugo del español en semifinales, por 6-3, 7-6(5) y 6-3 en tres horas y 17 minutos.
El de Belgrado logró este registro histórico ‘vengándose’ asimismo de Medvedev, quien le derrotó en la final del Abierto de 2021 y frustró además su intento de ganar los cuatro ‘grand slam’ en un año natural.
Esta es la cuarta corona para Djokovic en diez finales en Flushing Meadows.
Con Rafa Nadal entre algodones y con Roger Federer ya retirado, Djokovic ha cogido carrerilla dentro del debate sobre quién es el mejor del ‘big three’ gracias a un 2023 magnífico en el que ha llegado a las finales de los cuatro ‘grandes’ y que ha terminado con tres títulos: el Abierto de Australia, Roland Garros y ahora el Abierto de Estados Unidos.
Solo Alcaraz, con su inolvidable triunfo en Wimbledon, se interpuso en el camino del serbio para conquistar los cuatro ‘grand slam’ en un mismo año.
“Esto lo significa todo para mí”, dijo Djokovic esta tarde en la pista de Nueva York.
“Creo que me repito, pero tengo que decir todo el tiempo que estoy de verdad viviendo mi sueño de niño”, agregó.
Además, el tenista culminó por todo lo alto su regreso al Abierto de EE.UU., donde no compitió en 2022 por no haberse vacunado contra el coronavirus. Con su título de este año, Djokovic es ahora el tenista masculino más veterano que gana el ‘grande’ neoyorquino en la Era Open.
El tenista serbio Novak Djokovic celebra su victoria ante el ruso Daniil Medvedev, en el Abierto de EEUU, disputado en Nueva York. EFE/EPA/Sarah Yenesel
Paciencia en el arranque…
Advertía cauto Djokovic antes de salir al Arthur Ashe Stadium, atiborrado de estrellas (Nicole Kidman, Leonardo DiCaprio, Charlize Theron, Sting…) y con la cubierta cerrada por el día lluvioso en Nueva York, que Medvedev es “uno de los jugadores mentalmente más duros” del circuito.
El de Moscú venía de dar una lección imperial contra Alcaraz desde el fondo de la pista, pero el serbio aceptó el desafío y planteó un partido rocoso, de peloteos eternos y de puntos cocinados a fuego muy lento.
Djokovic exhibió una paciencia soberbia, sabiendo además que entraba en un terreno donde Medvedev es experto en poner trampas aquí y allá con sus latigazos, y fue madurando poco a poco cada punto sin salirse en ningún momento del guion ni caer en la precipitación.
En cambio, Medvedev, que pareció un muro infranqueable hace solo dos días, entró mal al partido, concedió su primer saque con un juego en blanco (2-0) y en toda la primera manga pareció extrañamente incómodo.
Todo lo contrario reflejó Djokovic, que en ningún momento se relajó y que con mano firme selló el primer set en 48 minutos sin que Medvedev tuviera ni una sola opción de rotura.
El ruso dio un paso al frente en la segunda manga: arriesgó más en busca de golpes ganadores asumiendo el riesgo de que crecerían sus errores no forzados.
Al otro lado de la red, Djokovic empezó a dejar señales claras de fatiga y de que su físico no estaba a la misma altura que la de un Medevev con los pulmones de un maratoniano.
Así, el ruso amenazó por fin el saque de Djokovic y, en un juego vibrante de más de 12 minutos, tuvo su primera opción de ‘break’ cuando se habían disputado ya una hora y 45 minutos de partido.
Sin embargo, Djokovic la resolvió con una preciosa volea a bote pronto (4-4).
Estiraba sus músculos, buscaba sensaciones, acortaba el juego buscando dejadas y voleas…
Pero Djokovic volvió a meterse en problemas con otro juego larguísimo de 11 minutos en el que Medvedev llegó a tener un punto de set que malgastó al no ver un ‘passing’ de revés como una autopista.
‘Nole’, airoso de nuevo, parecía estar en una callejón sin salida ante un Medvedev superior y dominante.
La madre del serbio rezaba en la grada y algún dios del tenis le escuchó, ya que su hijo acabó llevándose el ‘tie break’ cuando lo tenía todo en contra.
Esa segunda manga interminable de 105 minutos extenuantes y de magnífico tenis les dejó con el tanque vacío de gasolina: Djokovic se fue al vestuario y Medvedev recibió atención médica en la pista.
Poco después, el moscovita se cayó en una subida a la red y se quedó tirado en el suelo. Djokovic saltó al otro lado de la pista para ayudarle, pero el ruso se levantó sin mayores problemas.
Más le costó recuperarse del golpe mental de haber dejado escapar vivo a su rival en el segundo set y en el tercero, con un ritmo mucho más rápido, concedió dos ‘break’ consecutivos (4-2).
Djokovic también estaba al límite y perdió una vez su saque. Pero en cuanto vio que el triunfo estaba ya a la vista, apretó los dientes y estiró la mano para alcanzar otro hito histórico en una carrera de leyenda.