¿Quién gobierna de verdad? El poder de las plataformas
Hace ya mucho tiempo que las plataformas digitales dejaron de ser simples herramientas para convertirse en los nuevos dioses modernos. Google, Apple, X (Twitter), Instagram, YouTube, TikTok, Amazon, Facebook... no son solo marcas: son auténticas religiones contemporáneas, ante las cuales millones de personas se postran cada día, dedicándoles horas de su vida y parte de su dinero.
Su poder es tal que pueden hacerte visible o invisible, popular o anulado, sin que ninguna autoridad jurídica pueda intervenir. Son omnipresentes: conocen nuestros gustos, rutinas, enfermedades, ubicaciones y comportamientos. ¿Quién puede enfrentarse a su supremacía? ¿Quién pone límites a quienes controlan la información?

Antes, los medios de comunicación tradicionales necesitaban concesiones gubernamentales para operar. Hoy, cualquiera con un teléfono móvil puede comunicar sin control. Y en ese escenario sin reglas, la verdad, la mentira y la manipulación circulan a la misma velocidad.
La globalización ha traído consigo transformaciones profundas. Ya no se roba como antes, no se comercia como antes, no se hace la guerra como antes. Sin embargo, seguimos legislando con normas escritas hace más de 40 años. ¿A qué esperamos para actualizar las reglas de un mundo que ya no se parece en nada al de entonces?
Mientras tanto, asistimos a un aumento imparable de fraudes: llamadas telefónicas engañosas, estafas económicas como el fraude del CEO, suplantaciones de identidad, fraudes sentimentales a través de redes sociales, estafas con criptomonedas y NFTs, secuestros digitales mediante ransomware. Cada día surgen nuevas formas de estafar, y cada día los ciudadanos estamos más desprotegidos.
Peor aún, el lado más oscuro de esta nueva era digital facilita el comercio de seres humanos, el tráfico de órganos, la explotación infantil y el trabajo esclavo, delitos que encuentran en la opacidad de las redes su mejor escondite.
La globalización, mal gestionada, ha convertido a países enteros en vertederos del primer mundo. La calidad ha sido sustituida por la producción rápida y barata. Las guerras ya no solo destruyen países: sostienen mercados y enriquecen a unos pocos a costa de la miseria de millones.
Cada día, millones dedican horas y dinero a rendir culto a nuevas deidades digitales. Detrás de estas plataformas están los nuevos emperadores del siglo XXI:
- Google → Sundar Pichai
- Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp, Threads) → Mark Zuckerberg
- Amazon → Andy Jassy
- Apple → Tim Cook
- Microsoft → Satya Nadella
- Netflix → Ted Sarandos y Greg Peters (Co-CEOs)
- Spotify → Daniel Ek
- TikTok (ByteDance) → Shou Zi Chew
- X (Twitter) → Linda Yaccarino
- Snapchat → Evan Spiegel
- Pinterest → Bill Ready
Estos nombres no son anónimos ni neutros. Ellos deciden qué información prevalece, qué contenidos se censuran, qué tendencias se promueven y qué voces se silencian. Cada clic, cada compra, cada palabra escrita en redes sociales pasa por su filtro y sus intereses.
Conclusión: ¿Qué podemos hacer?
El mundo que conocíamos se nos va de las manos. Hoy prima la cantidad sobre la calidad, el usar y tirar sobre el construir para durar. Seguimos sin resolver los grandes problemas: migración, hambre, okupación, vivienda...
La solución:
Volver al sentido común, pensando en el interés general de la humanidad. Recoger lo mejor de ambos mundos: la solidez, valores y responsabilidad de hace 30 años, combinados con los avances de hoy, pero con control y responsabilidad.
Hoy no elegimos a nuestros líderes en las urnas.
Hoy nuestros verdaderos líderes son los que controlan la información que consumimos.
A los gobernantes: "Si no recuperamos el control, pronto no seremos ciudadanos: seremos productos."