La intensidad para robar en zonas comprometedoras para el rival daba pronto su fruto con una recuperación de Gavi en el error de Bonucci y la definición certera de Yeremy Pino, quien a los cuatro minutos ponía el marcador de cara para la Selección.
El primer golpe espoleaba a los de Mancini, que aprovechaban un penalti por mano del debutante Le Normand para empatar por medio de Immobile y llevar la zozobra con un segundo tanto, obra de Frattesi, pero anulado a instancias del VAR.
Morata generaba poco después una muy buena oportunidad con la posesión teñida de rojo ante una Italia abonada a los contragolpes y que movía el banquillo al descanso al igual que España con la entrada de Marco Asensio en detrimento de Rodrigo Moreno.
Tras la reanudación las llegadas de los de De la Fuente se hacían mucho más frecuentes con la dupla Rodrigo Hernández (mejor jugador del partido) - Mikel Merino adueñándose de la medular.
El jugador navarro y de nuevo Morata estaban a punto de adelantar a España poco antes de que el recién campeón de la Champions ejecutase un remate acrobático con la nutrida afición española disfrutando de lo lindo en las gradas.
Italia no se rendía ante el vendaval de fútbol y Frattesi hacía intervenir a Unai Simón en un contraataque azzurro preludio del desenlace que Joselu protagonizaba con su providencial oportunismo para decantar la balanza en la agonía de los minutos finales.
2-1 a la postre en una noche memorable que la Selección sueña con rematar el domingo en Róterdam contra Croacia levantando un título a base de esperanza, coraje, talento y espíritu de equipo. A veces la fe, marca el camino y hasta los puntos de inflexión.
