Hay que tomar aire para explicar en unas líneas lo que ha pasado en el Aquatics Hamad Centre de Doha. Con poco entrenamiento por unos problemas físicos de Adrián Abadía, él y su compañero/amigo Nico apretaron los dientes en una final con 27 parejas en liza, los mejores del planeta.

Empezaron la serie décimos tras un salto de baja dificultad. (2.0). Había que subir y ese escalón de cinco puestos lo dieron ya en el segundo. Tenían que fluctuar en el quinto o sexto puesto para alcanzar la plaza olímpica, que era el objetivo. Pero ese objetivo, a medida que pasaban los saltos y ellos se encontraban cada vez mejor, pasaba a diluirse como un azucarillo.

De hecho, en el quinto salto se colocaron cuartos y el staff técnico barruntaba exitazo. Así fue, en el sexto no podían fallar y con 78.54 puntos se colocaban en bronce, a menos de un punto de una colosal Italia y batiendo de forma increíble a superpotencias mundiales como México, Gran Bretaña y Ucrania. Comer, aunque sea de vez en cuando, en la mesa de los grandes, sabe a gloria.