La plantilla mallorquinista, dirigida por Sergi Barjuan, regresará a los entrenamientos en la jornada de este miércoles, después de dos días de reflexión. 48 horas que deben servir para olvidarse de la nefasta temporada y centrarse en ganar el domingo al Córdoba en Son Moix. Es la última bala que queda en la recámara y tanto plantilla como el mismo entrenador deben tomarse el partido como una final. Sólo vale la victoria, el empate es una derrota y de ello deben darse cuenta los protagonistas.
El Real Mallorca no puede salir al terreno de juego a especular, debe poner toda la carne en el asador, con intensidad, agresividad, velocidad, dinamismo. Todo lo que no se ha visto en las últimas semanas y que la afición demanda de forma desesperada.
Los milagros en el fútbol existen, pero para ello se deben buscar y hasta el momento no lo ha buscado. Es más parece haber levantado la bandera blanca y rendirse. Esperemos que el domingo la bandera se convierta en color rojo.