Nos dicen los radicales del pensamiento de la España una, grande y libre, que los separatistas han de ir a la cárcel por querer romper España, por no respetar la constitución, pero en la práctica los “constitucionalistas son los que menos respetan la constitución. Pasa a diario en todas las ciudades de España con el derecho constitucional de una vivienda digna, con los desahucios, y pasa con el independentismo…la constitución es sagrada menos cuando perjudica los intereses de los que se abrazan a la constitución.
En Alemania rige también el derecho del juez natural, por eso de haber sido detenido Puigdemont unas horas antes o unas horas después el tribunal hubiera sido otro y el dictamen seria el mismo, o no, eso ya no lo sabremos, el caso que al practicar de verdad lo que se propugna en el escrito constitucional, el principio de un juez natural, Puigdemont ha tenido un juicio justo, cosa que no hubiera pasado en España ya que los intereses políticos colocan a dedo los casos sensibles en los tribunales adecuados, en España estos asuntos los lleva de inicio un tribunal nada ordinario, la Audiencia Nacional, que no tiene equivalentes en la justicia europea y que toma muchas de las decisiones de esta enjundia y que no garantizan una justicia justa
Para que lo entiendan los lectores y lleguen a sus propias conclusiones, ha de saberse que en la Audiencia Nacional solo hay seis juzgados centrales de instrucción, y si aplicamos la razón, el sentido común, será fácil deducir que es mucho más fácil que el poder, radicado en el gobierno, o en quien maneja los hilos del gobierno, pueda presionar, coaccionar, influir, en seis jueces…que el poder pueda sustituir, mover o desplazar los sillones de seis jueces que de todos los jueces ordinarios, los que serían jueces naturales según lo propugnado constitucionalmente, que controlar a todos esos cientos de jueces ordinarios de toda España. En definitiva, Alemania con sus errores y carencias busca aplicar correctamente una justicia encaminada a practicar justicia, y España intenta mover la justicia para practicar poder
El tribunal de Schleswig-Holstein no aprecia que en los hechos del 1 de octubre en Catalunya exista delito de rebelión, y no lo hace porque para que este existiese es imprescindible y necesario que exista un alzamiento armado y violento que nunca existió. La decisión del tribunal de Schleswig-Holstein revienta la estrategia del juez Pablo Llarena, toda su instrucción, y descubre la tan denunciada falta de separación de poderes existente en España, y como en este caso del independentismo catalán no se está intentando aplicar justicia, sino que se está intentando ajusticiar a políticos con ideas diferentes, y demuestra que la acusación de Llarena es exagerada, que la rebelión tan cacareada por el PP, VOX o Ciudadanos no existe, que en toda Europa esa rebelión solo la logran ver juzgados tan politizados como la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo español, o mentes tan poco democráticas como la de Rajoy, Santi Abascal, Inés Arrimadas, o Albert Rivera
En España los jueces del supremo son colocados a dedo, no existen meritos, no existe imparcialidad por curriculum, se coloca a los que se quiere colocar, según el gobierno de turno o los pactos políticos del momento, lo cual no garantiza ni profesionalidad, ni imparcialidad. Por ejemplo, el juez Llarena, llegó al Tribunal Supremo en el año 2016 después de haber sido presidente y portavoz de la asociación judicial conservadora APM, y fue nombrado con los votos de los vocales nombrados a dedo por el PP, dándose la circunstancia de que Llarena no llevaba una instrucción penal desde hacía muchos años
Explicado esto y teniendo en cuenta la hipocresía e injusticia predeterminada del poder judicial podremos entender más fácilmente porque se está realizando un abuso contra los dirigentes catalanes en todo el proceso penal que se les aplica. La teoría dice que cuando se acusa a alguien de cometer un delito de rebelión o de sedición debería ser juzgado por la audiencia provincial, al menos antes hubiesen sido juzgados por las audiencias provinciales, y nunca por la audiencia nacional. Es curioso observar como echando la vista atrás apreciamos que, cuando Baltasar Garzón intentó investigar los crímenes del franquismo en el Tribunal Supremo le dijeron que la rebelión no era cosa suya, quizás porque sabían que un juez con criterio, independiente, con honor y honestidad al que no podían manipular, iba a descubrir muchas vergüenzas e instruir contra personas relevantes…también utilizaron ese criterio cuando procesaron a los controladores aéreos por sedición. (¿¿recuerdan??), cada controlador fue juzgado en la audiencia provincial más cercana a su aeropuerto, y ninguno y en ningún caso, en la Audiencia Nacional…pero a pesar de la reiteración del uso de este criterio con el independentismo catalán se utiliza otro totalmente diferente que, curiosamente, favorece los intereses políticos del centralismo, el criterio de la Fiscalía, (entidad jurídica pero con nombramiento político, no lo olviden), y de los tribunales cambió, y en esos designios divinos del poder ocurrió lo que más interesaba al poder, de tener que instruir la Audiencia Provincial de Barcelona se pasó a instruir la Audiencia Nacional.
Volviendo a Alemania y a la justicia real del derecho del juez natural, el que tocó a Puigdemont, el Tribunal de Schleswig-Holstein lo que ha resuelto es que no hay rebelión ni sedición, y aunque lo que se pretende desde el otro poder del estado que tampoco tiene separación real y que se sujeta a través de prebendas económicas al poder de las oligarquías, la prensa, lo que se ha difundido es otro titular, uno que nos explica que la justicia alemana extradita a Puigdemont, pero lo hace sin explicar que esa luz verde a la extradición lo es para abrir un proceso que pueda investigar una posible malversación por la utilización de fondos públicos en la consulta del 1 de octubre, algo que por otro lado ha negado reiteradamente el que fu ministro de hacienda Cristobal Montoro, por lo que por el único delito que podrá juzgar el poder factico a Puigdemont será por algo que el propio poder factico ha dicho que no existe
También es importante aclarar que Puigdemont no vendrá de forma inmediata porque ante esta resolución cabe recurso, que puigdemont continuara en libertad, y esto es de una importancia y trascendencia grandísima para una pobre democracia española, porque el hecho cierto de que Puigdemont siga libre, aunque sea dentro del territorio alemán, los demás investigados están en prisión, cuando al quedar demostrado que no existe el delito por el que se les ha imputado no deberían estarlo. Es muy importante la resolución del Tribunal de Schleswig-Holstein porque significa que ya no se puede juzgar a Puigdemont por un delito que, según la justicia alemana, NO ha existido.
Veremos que hace ahora Llarena, puesto que el juez había manifestado en numerosoas ocasiones que si Alemania entregaba a Puigdemonto solo por malversación, como ha ocurrido y además sin existir pruebas de tal delito, rechazaría la extradición, ya que su objetivo, y asi lo ha demostrado con todos sus erráticos cambios de ordenes europeas, peticiones de extradición, etc, era meter en prisión a Puigdemont por rebelión y/o sedición. Finalmente respecto a la malversación el tribunal de Schleswig-Holstein tampoco acusa firmemente de nada a Puigdemon, lo deja en manos de la justicia española, y ante ello quiero insistir una vez más en las declaraciones del que fue Ministro de Hacienda, el “señor” Montoro, que negó públicamente que un sólo euro de dinero público se destinase a la consulta del 1 de octubre.
Todo estos acontecimientos deberían de hacernos recapacitar, hacer que veamos que si bien es cierto que hemos conseguido una sociedad muy avanzada comparándola con la época Franquista, aún nos queda mucho camino por recorrer en lo que se refiere a derechos y libertades, a independencia del poder judicial, de la prensa, a que tenemos que mirar hacia delante y avanzar en una sociedad que sea mas moderna, más equitativa, más plural, que se respeten las ideas de todos, de verdad y no con maquillaje, a que se pueda admitir que un territorio sea libre para decidir que quiere ser, y que con dialogo partiendo de ese disenso se consigan consensos que encajen las realidades de todos, para que todos estemos juntos en una España plural al gusto de todo el mundo y no a través de imposiciones de una constitución obsoleta y que los que más la incumplen y menos respetan son aquellos que después nos quieren dar lecciones de constitucionalismo