Hablar del 2017 en España es hablar de otro año tirado a la basura. No hemos arreglado nada, más bien lo hemos empeorado. La absurda lucha de banderas ha desestabilizado definitivamente la relación entre el Estado español y la Generalitat. Las elecciones convocadas para el 21-D solo han servido para ganar tiempo. El cortoplacismo de nuestros políticos, más de unos que de otros, están condenando a multitud de temas importantes a verse aparcados por la crisis catalana.
¿Cuáles son esos temas? No hace falta ejercitar mucho el cerebro para recordar que en este último año las grandes empresas eléctricas han aumentado sus beneficios mientras que nuestro país se ha coronado como el país europeo con mayor gasto de luz, según revelan los datos de Eurostat. Tampoco es de recibo señalar, que en estos tiempos de exaltación de la patria, España colidera el ranking de trabajadores pobres, solo por detrás de Rumanía. Pero existen otros temas bastante preocupantes, como el repunte de los accidentes de tráfico o los crímenes de violencia machista. Sin embargo, parece que estos asuntos no importan mucho al gobierno de Mariano Rajoy. Las prioridades del Ejecutivo son otras bastante distintas. Ya que los sueldos de los consejeros del Ibex, en este 2017, han llegado al récord histórico de 644.000 euros anuales. Mientras el salario medio en España ha caído por primera vez en una década según el INE, los consejeros ejecutivos del Ibex han disfrutado de una subida de hasta el 45% en su sueldo.
En otras palabras, el PP no ha cambiado. Este año sigue siendo ese partido plurimputado, sumando a este año grandes casos de corrupción política como "la abrumadoramente acreditada caja b" proveniente del caso Gürtel o el borrado de los ordenadores de Bárcenas, dónde el PP será juzgado como partido por un delito de daños informáticos. Y no dimite nadie, no pasa absolutamente nada. Mientras tanto, cada vez es más difícil diferenciar al partido de centro-derecha con el de derechas. Ciudadanos ha pasado de socialdemócrata a liberal y de liberal a "español", es casi más una bandera que un partido. El PSOE pre-crisis catalana abrazaba el pacto con Unidos Podemos tras la vuelta de Sánchez a Ferraz, pero en estos últimos meses los socialistas han vuelto a acercarse a lo que su secretario general llama "las derechas". Parece que el PSOE aún no ha entendido como se castiga la servidumbre con la derecha. Los socialistas alemanes, franceses o griegos han sido fuertemente castigados en las urnas por la aplicación de políticas neoliberales. Así que las elecciones del 21-D serán otro test para conocer mejor (o no) la identidad de este PSOE 2.0 de Sánchez. Mientras que en Unidos Podemos, su supuesto buenismo con los independistas ha pasado también facturas entre sus filas, tras haber recuperado el tirón después de la moción de censura fallida contra Rajoy. Sobre estos fundamentos tan inestables, es imposible predecir que va a suceder después del 21-D. Lo que si podemos vaticinar es que gran parte de los problemas de nuestra sociedad seguirán silenciados si no existe un interés real en solucionar el conflicto catalán. Y mientras tanto, nuestros vecinos portugueses, gracias a la unión de las izquierdas, han reducido el paro, han aprobado medidas contra la pobreza energética o han puesto fin a los recortes salariales de los funcionarios. Con el gobierno portugués de Antonio Costa experimento ese extraño sentimiento de envidia sana, si es que ese sentimiento existe.