Ahora mismo vive con su abuela en la aldea de Kopotia, una de las comunidades que periódicamente visita la Fundación Barceló con la clínica móvil que financia para hacer seguimiento de las condiciones de salud de sus habitantes. Seis meses separan estas dos fotos, donde se observa a Ekutan antes y después de la ayuda recibida por la Fundación. A día de hoy podemos decir que ya no está enfermo y ha recuperado las ganas de reír y jugar, como cualquier otro niño de su edad.
El distrito de Turkana es uno de los mayores distritos de Kenia. Al estar rodeada de cordilleras es una zona completamente aislada y de extrema pobreza. La falta de instalaciones sanitarias hace que la esperanza de vida sea de tan solo 47 años y que la tasa de mortalidad infantil sea muy elevada. Las condiciones ambientales secas y hostiles dificultan la producción de alimentos, la falta de agua provoca estragos en la salud de la mayoría de sus habitantes. Todos ellos, al no tener las necesidades básicas cubiertas, poseen un sistema inmunitario débil y son propensos a contraer enfermedades y a estar desnutridos.
Por este motivo, el año pasado la Fundación Barceló puso en marcha una clínica móvil en Kaikor que brinda asistencia médica a 17 aldeas (entre ellas la de Ekutan y su abuela) donde habitan unas 30.000 personas. Un equipo de dos enfermeras y dos asistentes se encargan de la vacunación y el seguimiento nutricional de todos sus asistentes, principalmente los niños que padecen desnutrición.
El personal de la Fundación se desplaza a las guarderías que gestionan las Hermanas Marianitas, pesan y miden a todos los niños y se encargan de su correcta alimentación. Los casos más graves son derivados a los hospitales más cercanos.
El proyecto subvencionado por la Fundación asiste a más de 1.500 niños, como Ekutan.