Los 26 escaños en el Parlament balear conquistados este pasado domingo por la lista del Partido Popular -con sus aliados de Formentera- no alcanzan los 30 necesarios que reclama la mayoría absoluta de la cámara autonómica para investir, en una primera votación, a Marga Prohens como nueva inquilina del Consolat de Mar.
Para alcanzar este objetivo se requeriría un pacto con Vox. Un pacto de apoyo expreso o de abstención cómplice. Un acuerdo político que los verdes de Santiago Abascal quieren que signifique clonar en Baleares la fórmula de Castilla y León. Es decir, colocar a cargos de Vox en consellerias del Govern.
Sin embargo, en nuestra comunidad no es descartable, sino todo lo contrario, otra opción. De hecho, sería la preferida por el Partido Popular. Al haber conseguido la lista liderada por Marga Prohens más escaños ella sola que todos los demás partidos de la izquierda juntos (26 a 25), la opción del equipo balear de Núñez Feijóo es dejar pasar esta primera votación en el Parlament por mayoría absoluta y encaminarse directamente a una segunda, en la que solamente se requiere la mayoría simple. Es decir, más votos a favor de Marga Prohens que votos en contra. Objetivo que se conseguiría, simplemente, con la abstención de Vox.
Todo esto al albur de las negociaciones que, una vez pasada la resaca electoral y tras impartir órdenes las sedes madrileñas de los dos partidos implicados, arrancarán tras el próximo fin de semana.
En el otro lado del hemiciclo parlamentario, los perdedores se están lamiendo las heridas provocadas por los votos democráticos. Aunque todos los partidos del Pacte de Progrés han perdido votos, el PSIB se mantiene orgullosamente altivo y sin dar un paso atrás, poniendo ya la vista hacia las generales del 23 de julio.
Asimismo, MÉS per Mallorca y MÉS per Menorca se conforman con no haber retrocedido en el número de escaños.
Todo lo contrario de la debacle padecida por los morados de Unidas Podemos, con un desfallecimiento electoral que se ha producido en toda España pero que aquí, en Baleares, se ha convertido en una auténtica extinción masiva de votos y de cargos electos.
Con la diputada ibicenca Gloria Santiago como única representante en la cámara balear de los herederos del 15M, se abre ahora una auténtica incógnita sobre dónde han ido a parar los votos que convirtieron a Podemos en la alternativa más escorada a la izquierda del PSOE. Todo ello a la espera de que la propuesta Sumar, de la vicepresidente Yolanda Díaz, se atreva a cuajar en algún momento.
Y entre unos y otros, la nada. La nada provocada por la desaparición radical de Ciudadanos y el desfallecimiento intenso de El Pi, que no han conseguido ninguna de las dos opciones: convencer a un número mínimo de ciudadanos sobre la pertinencia positiva de sus programas y sus candidatos.
Baleares ha pasado, políticamente, del rojo al azul. Un rojo que ha perdido todos sus brillos morados y un azul que muestra tenues reflejos verdes. Un cambio que arranca ahora y que consolida otro cambio paralelo, el vivido en toda España a la espera y como antesala de las próximas elecciones generales.