El ‘efecto llamada’ ha fructificado. Los inmigrantes argelinos llegados en patera a Baleares han transmitido a sus amigos y parientes del país norteafricano -con los teléfonos móviles de alta gama que siempre llevan encima- que, una vez en el archipiélago, se quedan en las islas o son trasladados a la Península.
En ambos casos, las autoridades no les obligan a regresar a su puerto de origen, pese a que así lo marca la legislación sobre extranjería de España. De hecho, pasado un tiempo máximo, la Policía Nacional les deja de patitas en la calle.
Dos son los motivos que impulsan ahora a navegar los 400 kilómetros que separan la costa sur del Mediterráneo del archipiélago balear a centenares de personas sin papeles.
Por un lado, así como los inmigrantes ilegales que llegan a los aeropuertos son reembarcados de inmediato en los mismos aviones en los que han llegado, los que desembarcan de las pateras no son -obviamente- devueltos al mar.
Además, el cierre de fronteras decretado por el gobierno de Argel después de que Pedro Sánchez se haya inclinado por apoyar que el Sahara Occidental es parte de Marruecos antes que por la independencia de la antigua colonia española también ha provocado que los ilegales sepan que, una vez en España, no les devolverán a África.
Con una cosa y la otra, Baleares -como también el resto de la costa levantina española, desde Granada hasta Alicante- se han convertido en destino deseado por los africanos que huyen del hambre, la miseria y las dictaduras que asolan sus países de origen.
Así, este fin de semana y en pocas horas hasta 22 pateras han arribado a nuestras cosas. En ellas buscaban el paraíso europeo 371 africanos, solamente 16 mujeres y el resto hombres. Todos jóvenes y en buen estado de salud. De media, cada uno de ellos habría pagado a las mafias de la emigración cerca de 2.000 euros. Todo un negocio el tráfico de personas en el siglo XXI.
En esta última oleada, ha llamado la atención a las autoridades que 12 de las 22 embarcaciones han desembarcado a sus pasajeros en Mallorca, frente a solo una en Ibiza y 9 en Formentera cuando, normalmente, las proporciones son inversas.
Se sospecha, según la investigación que ahora está en marcha, que las pateras han sido arrastradas hasta unas 40 millas de la costa de Mallorca por una embarcación nodriza. Y, desde allí, cada una de las pateras ha emprendido su navegación autónoma, aunque nunca perdiéndose de vista entre sí.
También corrobora esta hipótesis que las pequeñas embarcaciones iban atestadas de inmigrantes, lo que hace casi imposible una navegación de cabotaje desde el norte de África.
Ahora mismo, Delegación del Gobierno y la Policía Nacional están tramitando la toma de declaraciones y de filiación de los inmigrantes para, después, proceder a su traslado a la Península ya que las instalaciones militares de Son Tous, donde están acogidos la mayoría de los recién llegados, son solamente un lugar de paso.
Todo este desembarco se ha producido, como siempre, con viento de componente sur, que favorece la navegación desde África. La Guardia Civil y el Servicio de Rescate Marítimo, por tanto, siguen atentos a la predicción del servicio meteorológico para activar sus efectivos ante una nueva e inminente avalancha.
Recordar que la costa sur de Mallorca está más cerca del norte de África que de Catalunya y que navegar con buenas condiciones de mar no supone una aventura descabellada. Con ello, Baleares es ya, de facto, la nueva puerta de entrada a Europa desde África. Eso sí: en patera.
