La que fue la antigua pastelería Rívoli, uno de los comercios emblemáticos del centro de Palma fundado por el gran maestro mallorquín Juan Riutort, vuelve a abrir sus puertas para ofrecer las delicias con las que el Forn de Can Segura ya tiene acostumbrado a su fiel clientela en Muro y Can Picafort.
De esta manera y gracias al entendimiento entre el actual propietario de la Pastelería Rívoli, Juan Fernández y Joan Tugores Segura de Forn Can Segura, esta zona de Palma recuperará uno de los establecimientos míticos en la calle Antoni Marqués nº27. Un comercio tradicional en el que la sociedad palmesana tenía su cita habitual para comprar todo tipo de especialidades dulces y saladas de la repostería mallorquina, eso sí, con el sello de identidad que caracteriza a este tradicional horno de Muro.
“En 1994, año de su fundación, tuve la oportunidad de conocer personalmente a Juan Riutort, un pastelero adelantado a su tiempo, fundador de la pastelería Rivoli, y el profesional que yo más admiraba. Desde ese momento me invitó a trabajar con él, en mis inicios de aprendiz, pero la cosa quedó ahí. Ahora, siendo un profesional experimentado, voy a cumplir mi mayor ilusión y mi mayor reto profesional desde el mejor lugar”.
Joan Tugores Segura es el actual propietario de Forn Can Segura, empresa familiar dedicada a la panadería/pastelería desde hace 4 generaciones y que dispone de uno de los hornos más antiguos de Mallorca que data de 1870.
Los valores de este horno emblemático, se basan en el respeto por el oficio, intentando siempre ofrecer el mejor producto y la máxima calidad, buscando siempre la diferenciación, y con creencias en la artesanía, y en la diferenciación de sus productos.
“La que fué Pastelería Rívoli, fundada por el gran maestro mallorquín Juan Riutort, a quien tanto admiraba, pasará a ser Forn Can Segura, intentaremos ser unos dignos sucesores”.
Joan Segura también es conocido por haber realizado ‘la torre d’enfilació’ en dulce como muestra de agradecimiento al pueblo de Can Picafort. Un cake cítrico, elaborado como un pastel de viaje, pensado para que los residentes y los visitantes puedan degustarlo en sus hogares y recordar los buenos momentos vividos en Can Picafort.