Moyà, quien ha reconocido que "hemos pasado por momentos muy complicados durante la pandemia", también ha querido señalar que "todavía hay mucha gente joven que se interesa por coger un puesto en el mercado. Hay mucho emprendedor cargado de ilusión".
De hecho, Aina Moyà, ha relatado que "hace poco un señor que había trabajado como comercial durante toda su vida, ha montado un puesto de café en el Mercat de Santa Catalina. Está encantado de la vida, lamentándose por no haber conocido este mundo mucho antes".
"Nosotros mimamos a nuestros clientes. Se establecen vínculos de afecto, de cariño muy importantes. Obviamente, ofrecemos el mejor producto local y un asesoramiento personalizado. Pero, a pesar de todo, tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos. La gente cada vez tiene menos tiempo y compra más online", ha explicado Moyà.
Por eso, desde los mercados municipales de Palma piden una y otra vez a Cort que facilite el acceso de los clientes a sus puntos de venta, ya que de lo contrario "todos acabarán en los grandes centros comerciales, en donde sí disponen de aparcamientos gratuitos".
"Queremos mantener la esencia y la tradición de nuestros mercados, pero también es muy complicado. Te vas a Madrid o Barcelona y te das cuenta los servicios que ofrecen a sus clientes. Disponen de taquillas térmicas en el propio mercado y el reparto a domicilio está perfectamente implantado", ha señalado Moyà.
En su lucha por la supervivencia y el respeto por la tradición, en el Mercat de Santa Catalina no aceptan puestos de restauración. La proximidad de la zona del tardeo había complicado la convivencia dentro del propio mercado, amenazando la esencia propia de un recinto como este. "Se celebraban cumpleaños y despedidas de soltero o soltera. Se importunaba al cliente y se perdía totalmente la esencia de nuestra actividad", ha asegurado Moyà.