Más de cuatro décadas en las que el monarca emérito ha vivido todo tipo de experiencias a la vez que su imagen pública se iba haciendo más fuerte... Una solidez que en los últimos años se ha desplomado. Ha caído en picado. La presencia de una de sus amigas entrañables, Corinna, una desafortunada cacería de elefantes de África y numerosos rumores que le señalan como el personaje principal de numerosas corruptelas no han ayudado nada.
Ni qué decir del cuñado real, Iñaki Urdangarin, el preferido en aquellos maravillosos años en que la familia real al completo se dejaba retratar en Marivent; y actualmente en prisión por el ya conocido caso Nóos. Urdangarin tampoco ha contribuido en mejorar la imagen de Juan Carlos I.
Así pues, el emérito optó por abdicar en junio del 2014 en favor de su hijo, Felipe VI. Una maniobra, que a pesar del tiempo, de poco sirvió para lavar la imagen de Juan Carlos.
Este pasado fin de semana, tal y como señala el periódico Faro de Vigo, el monarca se dejó ver, otra vez, por tierras gallegas. Ya se sabe, su segunda casa en los últimos años en que centra su actividad en disfrutar de la gastronomía y las regatas por aguas de Galicia.
Así pues, a su salida del restaurante, un conocido "choco" de la calle Ronda de don Bosco en Vigo, numerosos curiosos esperaban la salida del séquito real, pues la infanta Elena también acudió a la cita. Se sucedieron vítores y aplausos, pero también más de un comentario jocoso.
¿Qué tal el centollo, Juancar? ¡Galicia calidade! exclamaba un señor mientras otro comentaba la campechanía, tan celebrada años atrás, del emérito. A ninguna de estas provocaciones respondió Juan Carlos I, conocedor que su imagen actual no es la misma que la de aquel lejano 1975. Mucho ha llovido desde entonces...