La historia podemita balear está llena de discusiones, divergencias, enfrentamientos, broncas e, incluso, asesinatos políticos.
El grupo parlamentario autonómico de Podem, despacio, se ha ido rasgando. De los 10 diputados que empezaron la legislatura, ahora justo quedan 7. Xelo Huertas, Montse Seijas y Salvador Aguilera se han estimado más pasar al grupo mixto de la cámara balear que aguantar la disciplina impuesta por Pablo Iglesias desde Madrid y Alberto Jarabo desde más cerca.
También las luchas fratricidas del grupo municipal de Podem en el Ajuntament de Palma han supuesto la ruptura total en dos partes irreconciliables del equipo de regidores de Ciutat. Por un lado se juntan los derrotados a las elecciones internas Aurora Jhardi, Aligi Molina y Eva Frade. Y, por la otra, se recogen los que ahora controlan con mano firme la agrupación morada de Ciutat: el dúo conformado por la teniente de alcalde Antònia Martín y su compañero y regidor Rodrigo Romero.
La gota, pero, que ha hecho derramar el vaso ha sido la actitud siempre arisca de Laura Camargo. Después de ser laminada desde las direcciones nacional y local para evitar su ascensión a la secretaría general regional de Podem, ahora se ve despreciada por el diputado estatal Juan Pedro Yllanes.
El ex juzgo aspira a ser la cabeza de lista de los morados a las próximas elecciones autonómicas de 2019, con la clara opción de entrar a gobernar Balears a medias con Francina Armengol. Pero Yllanes no quiere tener sentada cerca de él a Camargo, una mujer que no calla y que antepone lo que personalmente piensa a las opiniones, incluso, de sus propios compañeros.
El candidato mediático Yllanes, que todavía no tiene ni siquiera el visto bueno de sus compañeros para encabezar la lista morada, en varias entrevistas ya ha dejado muy claro cuáles son sus aspiraciones. Y una de ellas, si no la más importante, es que Camargo, cuanto más afuera esté, mejor.
