Así lo ha anunciado el Ministerio Público durante el juicio que este miércoles se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Baleares y que ha quedado visto para sentencia pasadas las 14.00 horas. En él, el inculpado, Javier D.H., ha negado los hechos e incluso ha manifestado que cuando ese día pasaba por la zona no vio a nadie más por allí. "No se escuchaba nada, estaba todo tranquilo", ha remarcado.
En la fase de informes, la fiscal ha apuntado que, en base a la prueba practicada durante la vista oral, se dan todos los elementos para que se dicte una sentencia condenatoria contra el joven, cuya intencionalidad, ha aseverado, era "causar un daño" y las consecuencias "podrían haber sido muy graves".
De hecho, ha manifestado que el riesgo de que provocara un accidente con su actitud era "muy elevado" y si esto no sucedió fue "por causas ajenas a la voluntad del acusado".
Pese a las dudas manifestadas por los policías que detuvieron al encausado al ser preguntados sobre si el acusado es la misma persona que vieron esa noche lanzar la piedra que les impactó, ha avalado la versión de los agentes por cuando les pareció sospechoso el procesado porque se trata de una zona "poco transitada" y, además, la vestimenta fue lo que determinó su identificación.
Por su parte, el abogado del Estado, personado como acusación particular, ha apelado asimismo a la necesidad de condenar al joven y ha destacado la "convicción y seguridad" con la que los agentes presentes en el momento de los hechos detuvieron al inculpado. "La Policía no detiene por que sí", ha espetado el letrado, quien ha aseverado que el supuesto autor "era consciente del riesgo que iba a ocasionar", ha espetado.
Ya en el turno de la defensa, la abogada de Javier D.H., ha reclamado la absolución de su patrocinado al alegar que no hay elementos suficientes "para enervar su presunción de inocencia".
"Existe una única prueba de cargo y entiendo que no es suficiente para condenarle: sólo ha habido una persona que ha visto a quien lanzaba las piedras, uno de los policías, pero Javier no fue el único que cruzó el puente en ese momento". "Desde el momento de su detención declaró cuál fue el motivo legítimo de pasar por allí, y era irse a su casa, incompatible con la finalidad postulada por las acusaciones".
La abogada ha subrayado que si su cliente es condenado, "pongámonos bien con Dios porque cualquier día nos pueden condenar a 18 años de cárcel". El acusado ha hecho uso del turno a la última palabra para incidir en que no cometió delito alguno: "tengo una vida bastante normal".