Sus presupuestos son egoístas
Señora Rosario Sánchez Grau, consellera d’Hisenda:
Ha confeccionado usted unos Presupuestos de la Comunitat Autònoma para el 2021 egoístas.
Egoístas porque mantienen la divergencia entre la sociedad civil y la sociedad política, institucional y burocrática. Por un lado, los trabajadores, profesionales, autónomos, emprendedores, empresarios grandes y pequeños y todos los demás ciudadanos que dependen de su propio esfuerzo para salir adelante y, al otro, ustedes.
De los más de 5.880 millones de euros de sus presupuestos, solo el 3,7% van a ir destinados a inversiones directas en empresas de la economía verdaderamente productiva, con lo que la inmensa mayoría de los impuestos que ustedes recaudan y de los fondos que les transferirá el Estado servirán solo para mantener en marcha la bicicleta del gasto corriente, de los alquileres de locales, de la electricidad, de la limpieza, de las fotocopias y, claro, de los sueldos de los burócratas funcionarios.
Como muestra, un botón: el edificio completamente acabado, con más de 15.000 metros cuadros disponibles, que tienen vacío en el Parc Bit de Palma desde hace años, criando malvas y degradándose mientras pagan más de 3,5 millones de euros en alquileres.
Y, en un momento crucial en el que necesitamos como el aire que respiramos incentivar la recuperación económica, van ustedes y mantienen los frenos burocráticos. Ni un paso adelante para posibilitar la inversión privada de 2.500 millones de euros que el sector de la construcción les ha propuesto poner en marcha. Ni un paso adelante para desatascar los 6.000 expedientes que la Dirección General de Recursos Hídricos de la Conselleria de Medi Ambient tiene aparcados y cogiendo polvo encima de sus mesas. Ni un paso adelante para que el Fogaiba de la Conselleria d’Agricultura deje de olvidarse de los payeses retrasando hasta 3 años las inversiones europeas destinadas a renovar sus explotaciones.
Además, crean estos presupuestos un nuevo impuesto –el canon de reciclaje– y tres nuevos organismos que duplican a las administraciones ya existentes.
Son, en definitiva, unos presupuestos con pies de plomo en los ingresos y con unos gastos que mantendrán la dicotomía entre la sociedad civil y su sociedad oficial. Unos presupuestos alejados de la realidad pandémica y que plantean muchas dudas sobre su eficacia y eficiencia en estos momentos críticos y excepcionales.