El manacorí ya dio buena cuenta en su estreno de Pablo Carreño y en estos octavos de final no le ha brindado ni una mínima opción a un rival mucho más débil y totalmente consciente de que estaba delante de una auténtica leyenda de la tierra batida. Desde el inicio el partido solamente tuvo una dirección y los puntos fueron cayendo con gran rapidez hacia el marcador de un Nadal desatado por momentos.
El primer set, un recital
Ventiló el primer set en un abrir y cerrar de ojos, en dos parpadeos el marcador de la Pista Central del Foro Itálico reflejaba un contundente 6-1 que no era más que el perfecto ejemplo de lo que se estaba viendo sobre la tierra batida romana. Nadal, nueve veces campeón en esas instalaciones, estaba pasando sobre Lajovic como un verdadero huracán.
Poco varió el guion del partido en el segundo parcial. El balear arrancó con la misma firmeza y pronto tomó cómodas ventajas de 2-0 primero y 4-1 después. Ese fue el único momento en el que se relajó un par de segundos, algo que aprovechó el serbio para maquillar el marcador. Logró dos juegos seguidos (4-3), pero la reacción no pasó de ahí.
En los dos últimos juegos, Lajovic apenas pudo sumar un punto y Nadal cerró el partido a lo grande, a lo campeón y volviendo a demostrar que la pandemia ha cambiado el mundo en el que vivimos pero que él sigue siendo él y cuando entra en una pista de tenis el problema casi siempre lo tiene su rival.
Lajovic y Carreño apenas le han podido arrebatar unos pocos juegos, pero el camino se empieza a complicar a partir de ahora, pues en la mencionada ronda de cuartos de final, se las tendrá que ver con el siempre talentoso y peligroso argentino Diego Schwarztmann, un jugador que ha sabido ponerle en aprietos en los últimos enfrentamientos entre ambos.