Uno de las más inhumanos fue el de Antonio Oviedo por parte de Miguel Contestí, un día antes del día de Navidad. El técnico recibió una llamada de despido y por teléfono.
Otra fue la de Lucien Muller. Un servidor y Alejandro Vidal nos presentamos casi a las doce de la noche en su casa del Paseo Marítimo. Tocamos el timbre, nos abrió y yo le dije: ”Míster mañana te van a despedir, lo han decidido ahora. Qué opinas….” Ya se pueden imaginar la respuesta. Esto antes era periodismo ahora es esperar el comunicado de los clubes y nada más. Pero esto es otro tema. Sigamos.
La situación de la entidad mallorquina no era preocupante, era más que preocupante. El equipo no funcionaba y el entrenador día tras día intentaba solucionar los errores. La plantilla no respondía y el discurso ya estaba agotado. Los jugadores al no asimilar estas directrices se dirigían hacia el abismo y había que tomar la decisión de destituir al técnico.
Pero hay otra manera y las formas no han sido las correctas. Luis García no debe enterarse a las cinco y media de la tarde cuando ya todo el mundo sabía que lo echaban del banquillo. El señor Ortells, que no tengo el gusto de conocer y que presumía de su amistad, pudo haberle informado de la situación. Era tan sencillo como: ”Tenemos que despedirte y buscar otro aire al equipo para salir de esta situación”. No fue así, en estos casos es cuando se conocen a las personas.
La realidad es que todos coincidimos en que no se podía seguir con esta situación y había que cambiar y se cambió. Que Javier Aguirre es la solución, pues el tiempo nos lo dirá. El entrenador mexicano llega con un gran profesional como es Toni Amor.
Y termino. Es el despido de un técnico del Mallorca que más ha dolido por ser una gran persona, excelente defensor del equipo, de la isla y gran entrenador. Estoy seguro que lo seguirá demostrando en otros clubes. Suerte.
Y se me olvidaba, como siempre hay quienes siempre se van de rositas y se esconden tras sus bunkers que se han montado en Son Moix.