La prevención de lesiones, debidas a la práctica deportiva, debe ser tenida en cuenta tanto por los médicos especialistas, como por los responsables de las organizaciones deportivas (federaciones, clubes, mutualidades y técnicos) valorando el riesgo individual del deportista. Las medidas de prevención, tienen dos objetivos:
1º: Prevenir los accidentes y sus efectos negativos en la salud del deportista.
2º: Educar a la población en el control del esfuerzo, así como informar de los posibles riesgos de lesión.
Podíamos agrupar los factores que predisponen a las lesiones, de la siguiente manera:
Factores estructurales primitivos: Los deportistas que presentan una discreta hipermovilidad articular generalizada, presentan en mayor proporción lesiones, modificaciones estáticas y alteraciones anormales del aparato locomotor. Aproximadamente el 20% de los deportistas son laxos, con predominio de las mujeres sobre los varones. Los individuos laxos presentan una significativa proporción de lesiones articulares agudas (esguinces y luxaciones), el doble de trastornos estáticos en la columna vertebral y en las extremidades inferiores. Algunos deportistas poseen una fragilidad muscular difícil de reconocer, que predispone a frecuentes lesiones musculares por distonía neuromuscular, factor agravado por la tensión de la competición.
Factores morfológicos y funcionales: Existen tres tipos de alteraciones capaces de facilitar la presentación de anormalidades o agravantes por acción de sobrecarga deportiva. Las actitudes viciosas, tan frecuentes en nuestros jóvenes hoy en día junto a una inadecuada actividad deportiva, pueden ejecutarlas y por tanto, fijarlas. Enfermedades evolutivas ligadas al crecimiento, cuya evolución se estabiliza al terminar éste y, por último, alteraciones estructurales congénitas o adquiridas, en las cuales lo más importante es valorar perfectamente la actividad aconsejable en cada caso con la intención de no agravar la malformación y actuar, en lo posible, beneficiosamente sobre ella. A nivel de la columna vertebral, pueden detectarse malformaciones correspondientes a los tres grupos anteriores.
Factores higiénicos-dietéticos: Tendremos en cuenta los graves errores alimenticios y la insuficiente rehidratación, durante o después del ejercicio físico, capaces de fragilizar las formaciones músculo-tendinosas. El sueño insuficiente, tanto en cantidad como en calidad, es otro de los factores que, sin duda, predispone a la lesión neuromuscular.
Factores tecnológicos: La falta de entrenamiento o un entrenamiento erróneo, es causa de lesiones musculares y por sobrecarga, ya que impide que el esfuerzo se adapte a las necesidades del momento. Es importante tener en cuenta este factor después de un período de inactividad deportiva, al principio de la temporada o al volver al deporte después de una lesión. De la misma manera, la ausencia y/o insuficiencia del calentamiento previo al esfuerzo, repercutirá en la correcta adaptación neuromuscular, facilitando la lesión aguda y colaborando en el desarrollo de la lesión por sobrecarga. Debemos pensar también en la inadaptación del material deportivo.
Un tratamiento incorrecto, implica que habrá secuelas.
Las secuelas proceden de lesiones no tratadas, mal tratadas o insuficientemente tratadas. También, como resultado de un tratamiento que no era el adecuado para superar una dolencia concreta. Muchas de estas secuelas, como osificaciones musculares fibrosas, inestabilidades articulares, son causa frecuente de la aparición de lesiones crónicas o de tipo degenerativo. De ahí, la importancia de combatir la lesión desde su origen.