Un objetivo muy complicado, no solo por la obligación de ser regular durante 42 partidos, sino por la calidad y la competencia de la Segunda División de esta temporada, a la que he llamado Primera División B.
Los hombres de Vicente Moreno tendrán que enfrentarse contra equipos históricos del fútbol español como el Deportivo de la Coruña, Málaga y Las Palmas que han descendido y se suman a una liga, donde ya se peleaban otros habituales del fútbol de máximo nivel como Tenerife, Sporting, Oviedo, Osasuna, Zaragoza, Cádiz o Numancia. Además, hay otros equipos que han pasado por la liga Santander en los últimos años como Granada, Elche, Almería y Córdoba; y otros que saben muy bien de lo que va la Segunda División y tampoco lo pondrán nada fácil: Albacete, Alcorcón, Lugo, Nàstic y Reus. Ninguno de estos equipos ‘darán cancha’ a los recién ascendidos Extremadura y Rayo Majadahonda, y mucho menos al Mallorca.
Esta temporada será muy complicada y, probablemente, una de las mejores segundas divisiones de la historia del fútbol español, por lo que el socio mallorquinista va a disfrutar y sufrir, pero el club bermellón no se puede obsesionar.
Los cuatro años que pasamos en Segunda, antes de descender, el Mallorca se ofuscó con volver a Primera y el resumen: ni una jornada en posiciones de ascenso y salvando el descenso en las últimas jornadas, o ni eso.
Así que seamos realistas, el Mallorca ahora es un equipo de Segunda y, por supuesto que merece volver, pero sudando y trabajando duro para conseguirlo y no dándolo por hecho solo por llevar ese escudo. Hay que demostrar que este equipo fue lo que fue porque es capaz de volver a ser lo que fue: un equipo de Primera.