La corrupción política, que durante estos últimos años había acaparado las portadas de todos los medios de comunicación, ha salpicado al deporte y más concretamente al fútbol, uno de los mayores espectáculos del mundo y el que más ingresos genera.
Como se suele decir en estos casos, respetando la inocencia de todo el mundo. Las acusaciones de la fiscalía y que el juez las haya aceptado en contra del todavía Presidente de la Española no le dejan en buen lugar y es que presuntamente la corrupción había llegado y copado buena parte del entorno de dicha Federación.
Que Villar hacía y deshacía era el pan nuestro de cada día. No se movía nada sin que él o su gente dieran el visto bueno. Hasta los árbitros que ascendían y llegaban a ser internacionales eran aprobados por ellos. Miren hasta donde llegó tal situación que antiguamente los árbitros elegían a su presidente, pues bien tal normativa se quito y era él quien lo nombrada.
Nadie podía aspirar a ocupar su poltrona. Todas las federaciones territoriales, digo todas, tenían a sus compromisarios totalmente controlados para que dieran el voto al “Jefe“ Villar. Un ejemplo claro fue las votaciones de la última asamblea: 112 a favor, 6 nulos y 11 en blanco. Sin comentarios y si no se lo creen, que se lo pidan a Matéu Alemany, cuando quiso optar a la presidencia de la RFEF. El mallorquín tenía el apoyo de clubes importantes. Pues bien, Villar se sacó de la manga unos nuevos estatutos que no le dejaban presentarse.
A partir de ahora ha llegado el relevo en la Real Federación Española de Fútbol. Ha tenido que ser la justicia y no el fútbol quien al final haya propiciado este cambio. A partir de ahora llega el momento de las territoriales, otro coto cerrado.
Están los mismos de siempre, los que no quieren moverse de su silla. Esperemos que en esta ocasión sea el fútbol quien produzca tales sustituciones.
Y Termino. Ya verán como todos estos que ponían la mano en el fuego la quitaran y se unirán al nuevo candidato que salga. Todo ello para cubrir esa plaza que aun no está vacante.