Los tres puntos se quedaron en casa. En Mallorca. Para ser concretos, en Son Moix. Un partido de lo más bonito. Tuvo de todo. Goles, piques, cantos y mucha emoción. Una semana diferente y con un final feliz para unos y doloroso para otros.
El fútbol trata de meter un gol más que el rival para ganar y el Mallorca lo hizo. Tras el gol inicial del Baleares y el descanso, el Mallorca se activó. Un gol al inicio de la segunda parte del debutante Aridai, levantó a la afición. Qué bien le ha venido este fichaje. Qué jugador. A partir de ese momento, el baño mallorquinista era real. Lo que todos deseamos, estaba sucediendo.
Con la persistencia local, llegó el segundo. Un gol digno de remontada. Jugada por la izquierda de Bonilla y, como no, de Aridai, que acabó con un zapatazo de Salva Sevilla. Con suerte, pero acabó dentro. Parecía que se venía una goleada. Tenía pinta, pero no. En un derbi no te puedes confiar.
Cuando ni el baleárico más optimista se lo podía imaginar, llegó el empate. Con celebración polémica o no, enmudeció Son Moix. Excepto una zona pequeña. Para otros grande o muy llena. Que en pocos minutos se quedó sin palabras. Alex López, con un golazo, mostró el escudo. El que reina en Mallorca.
Lo único que se puede decir es que fue un partido para la historia. Unas aficiones ejemplares, una más que otra. Tendrían que haber más de estos partidos. Qué manera de disfrutar. Qué ambiente. Qué bonito ver Son Moix tan unido. Mallorquinistas y baleáricos tuvieron sus momentos de felicidad. Digno de un partido de altura. Bendito fútbol. Bendito derbi.