El empate me devolvió a la realidad. Una realidad que sigo sin querer ver, ya dicen eso de que no hay más ciego que el que no quiere ver, pues esa soy yo. Mi cabeza me dice que esta batalla ya está perdida y que este Mallorca no tiene solución y por otro lado, mi corazón me dice que mientras sea posible no hay que perder la esperanza, que de situaciones peores nos hemos levantado.
Y así llevamos varios años, navegando a la deriva y sin rumbo fijo, ya puede cambiar la propiedad, el entrenador o los jugadores, que el Real Mallorca no levanta cabeza. Ser de este club es un sufrimiento constante.
La verdad es que siento muchas veces que estoy viviendo un 'déjà vu', todas las temporadas vendiéndonos la moto de que subiremos a Primera, que esta es la buena. Después van pasando las jornadas y ves que nada ha cambiado y que la supuesta lucha por el ascenso se acaba convirtiendo, otra vez más, en una batalla por no descender. Y tanto jugar con fuego a veces pasa factura y te quemas.
Sea como sea y pase lo que pase, una cosa tengo bien clara: hay que hacer una buena limpieza en este club, no solo en tema jugadores, también con los gestores, esos que sólo dan la cara cuando las cosas van bien. Si no han sabido estar a la altura deben marcharse y personalmente creo que no lo han estado. No han sabido gestionar bien el club, ni los fichajes y han desilusionado a muchos aficionados que son los que finalmente sufren todas estas malas gestiones y los que siempre están allí. Hay que empezar de nuevo y reconstruir este Mallorca, no será un trabajo sencillo pero es muy necesario.