Las 13 víctimas de la torrentada
Al margen de los cuantiosos daños materiales que dejó la torrentada, la parte más amarga que aún hoy no ha sido superada, son las 13 víctimas que perdieron la vida por los estragos de la riada que azotó el Llevant de Mallorca.
Personas con nombre y apellidos. Con una vida y unas historias que han quedado marcadas a fuego en el imaginario colectivo. Vidas truncadas injustamente a las que, desde aquí, queremos recordar.
RAFEL GILI
JUAN GRANDE
ANTHONY Y DELIA GREEN
BERNAT ESTELRICH
Bernat tenía 83 años, vivía solo en Sant Llorenç y en el momento de la torrentada estaba en su domicilio de la calle Ordines, en el centro de la localidad, dormido en una butaca. De hecho fue allí donde pereció. Su cuerpo, fue de los primeros que fueron hallados por la Guardia Civil. Bernat era muy apreciado por sus vecinos, pues pese a su avanzada edad aún salía a pasear todos los días y mantenía una vida activa.
BIEL MESQUIDA
JOANA BALLESTER
Joana es otra vecina de avanzada edad que perdió la vida en su domicilio de Sant Llorenç. Tenía 89 años y vivía sola. Cuando su hijo Miquel logró alcanzar la casa de su progenitora ayudado por la Guardia Civil, ya fue demasiado tarde para salvarle la vida. Joana residía en la carretera de Son Servera a su paso por Sant Llorenç. Pese a su edad y a utilizar un caminador, Joana aún se valía por sí misma. La riada la sorprendió en la cama durmiendo.
MIKE Y PETRA KIRCHER
CATERINA ELISABETH NOIG
Holandesa de 80 años, Caterina Elisabeth era más conocida como "Tine". Fue hallada muerta en Son Carrió. Al parecer la anciana fue arrastrada por la torrentada.
ANDREAS KÖRLIN
JOANA LLITERAS Y ARTHUR ROBINSON
Madre e hijo. Convertidos involuntariamente en las víctimas más visibles de la torrentada que azotó el Llevant en octubre de 2018.
Joana, farmacéutica de Manacor se dirigía en la tarde del 9 de octubre hacia Capdpera donde residía. En el vehículo viajaban con ella el pequeño Arthur, el mediano de tres hermanos, y Úrsula, la benjamina de la familia Robinson Lliteras.
Joana, consiguió salvar milagrosamente la vida de su hija, la cual fue rescatada posteriormente por Daniel Thielk, un ciclista alemán. Joana tenía 40 años y Arthur tan solo 6 cuando perdieron la vida.
El cuerpo del pequeño fue el último en aparecer tras ocho días de intensa búsqueda. Arthur, pequeño alegre y travieso, era el mediano de tres hermanos. Seguía la estela de su hermano mayor y adoraba los karts. Por su parte, Joana, amante de los animales y de su familia, tenía un trato muy cercano y familiar con todos aquellos que frecuentaban la farmacia que regentada en la plaza Abrevadero de Manacor.