Tú, presidenta, y el resto de los partidos, habéis convertido la política y el Parlament en un gran escenario donde fingís vuestro dolor barato, pero, ya os conocemos, y vuestro drama no es necesario. Aun así, si tú me dices ven, lo dejo todo y será todo para ti, mis preocupaciones por esas 9.500 personas que están a la espera de una vivienda digna mientras que vosotros decís que todo cambiará.
Si tú me dices ven, lo dejo todo y vengo para que hablemos de los miles de trabajadores que están sufriendo penurias porque no cobran los ertes, o las ayudas al alquiler, o esos que esperan hasta 7 u 8 meses para una prueba médica. Presidenta, que no se detenga la vida de los Balears por vuestras indecisiones.
Si tú me dices ven, yo vengo para llorar contigo por el dolor que sufren aquellos que no reciben el ingreso mínimo vital, llorar contigo las muertes de los que fallecen esperando las ayudas a la dependencia, llorar contigo el sufrimiento de los abusos que sufren muchos menores, la inmensa pena de las menores acogidas y que son victimas de las redes de prostitución, llorar contigo no será su salvación, ni la tuya ni la mía, pero, llorar contigo será un alivio ante cualquier dolor.
Que bien os queda el papel de políticos sensibles, empáticos, honestos y transparentes, después de todo parece que es vuestra forma de ser. confiábamos ciegamente en vosotros, los que os decís de izquierdas, confiamos en la fiebre de vuestras promesas, nos mentisteis serenamente y ahora, cuando las cosas se ponen feas, cayó el telón y descubrimos que es teatro, que lo vuestro es puro teatro.
Y es que, presidenta, se nos rompió el amor de no usarlo, de no darnos abrazos locos que solucionaran nuestros problemas, de que no tomarais medidas, de no daros por completo a vuestro encargo de gestionar nuestras vidas, a cada paso que disteis, nuestras manos se quebraron de dolor por haber metido aquella papeleta un buen día.
Lo vuestro es puro teatro, falsedad bien ensayada, estudiado simulacro, fue vuestra mejor actuación y destrozasteis nuestras vidas, pero cuando lleguen las elecciones y nos lloréis de veras pidiendo nuestro voto os recordaremos vuestro simulacro.
Jamás, cuando nos contabais vuestras milongas, pensamos en el invierno, pero el invierno llega, aunque no queramos y una mañana gris, al despertarnos, sentimos un crujido frío y seco, cerramos los ojos y pensamos que se nos rompió el amor de no usarlo.
Pero si tú me dices ven, lo dejo todo, que no se te haga tarde y te encuentres en plena campaña, perdida, sin rumbo y sin ningún voto.
Pero, mi querida presidenta, si tú me dices ven yo, lo dejo todo.