La sentencia del TC ha sido finalmente contraria a la que proponía Ollero, que estimaba el recurso contra la que en 2014 condenó al sindicalista gallego Pablo Fragoso a pagar 1.200 € de multa por culpar a la bandera antes citada de las injusticias que estaban sufriendo los trabajadores de la limpieza de unas instalaciones militares de El Ferrol, acreedores de unos sueldos que habían ganado con su trabajo, pero que no les pagaban.
Tras su decepción, Ollero ha emitido un voto particular en el que, entre otras cosas, denuncia que la que propuso tardó más de un año en ser incluida en el orden del día por razones incomprensibles. Probablemente Ollero sospecha que tal demora tuvo que ver con la dificultad para asegurar una sentencia unánime, la obsesión de los altos tribunales españoles. De hecho, la mayoría en el TC contra el sindicalista gallego ha sido muy ajustada.
En su voto particular Ollero rechaza los fundamentos de la sentencia definitiva, encargada finalmente al juez Narváez, por considerarla contraria a la jurisprudencia de un Tribunal Europeo de Derechos Humanos que, entre otras resoluciones recientes, había condenado a la justicia española por castigar a dos catalanes que habían quemado unas fotografías del rey.
Entre otros méritos del juez Narváez, además de su vinculación a la FAES, figura el haber declarado en público que “el referéndum del 1 de octubre de 2017 había sido mucho más grave que el golpe de Estado de Tejero del 23F de 1981.
Por su parte, y consultada biografía, Andrés Ollero Tassara fue, durante 17 años y hasta hace otros 17, diputado del PP, lo que permite pensar que ha comprado un disfraz de europeo en la “tienda” que, después de tantos años cerrada, ha abierto de nuevo para atender una demanda que siempre se dispara durante las transiciones políticas españolas.
Pensando en un Ollero me viene a la cabeza otro, Carlos, procurador en Cortes desde 1943 hasta 1961, es decir, franquista, pero de quien, siendo, él, Decano de la Facultad de Políticas en la Complutense a principios de los 70 del siglo XX, algunos pensábamos que se había comprado el disfraz de europeo en la tienda que, con más estruendo que eficacia, acababa de abrir sus “puertas” tras el recordado “juicio de Burgos” de diciembre de 1970.
Eficacia poca, que no por mucha Europa, con Papa de Roma incluido, el dictador asesino dejó de morir en la cama.
Hablamos de la justicia española y quien podría negar que los catalanes independentistas por republicanos, o viceversa, son los políticos que más le están sacando los colores en Europa. Y no por los “delitos habituales de los políticos”, es decir, corrupción, esa insidia que deslizó hace dos días un indiscreto González Pons cuando salía de la comisión jurídica del Parlamento Europeo sobre el suplicatorio de Puigdemont y los suyos, sino por convocar democracia directa para cumplir el programa electoral con el que habían ganado las elecciones.
Hasta tal punto que uno de los temas interesantes de la semana pasada, tras esa “bomba” belga ignorada por las portadas del sistema pero cuya potencia puede ser atómica contra la justicia española por tanto perseguir a los independentistas, es el no debate que podemos imaginar entre un Pérez Royo titulando “El Tribunal Constitucional se la juega” y Beni con su “No pinta bien para el Supremo”.
Lo más probable es que ambos tengan razón, en detrimento del TC y del TS y para vergüenza de España, pero llama la atención que el catedrático de Derecho Constitucional tenga la valentía de reconocer que “He escrito en varias ocasiones que los dirigentes nacionalistas en prisión no son presos políticos, pero lo parecen. Y cada vez más.”
Por su parte, la periodista especializada en tribunales le dice al mentado González Pons que nanay de su chulería de un mes antes cuando, imitando a Pedro Sánchez en campaña electoral, declaró el del PP que “Ventilaremos el suplicatorio y enviaremos a Puigdemont a España en cuanto pueda reunirse la Comisión Jurídica”. Unas líneas después, y tras leer la sentencia belga, Beni nos dice que “La sensación que me queda es la de que los colegas belgas les han visto perfectamente el plumero a los colegas del Supremo español y que tienen clarísimo lo que han estado haciendo para quedarse con la competencia”.
La periodista ya había rebajado de “ingeniería” a “albañilería” la categoría de las chapuzas que desde el fallecido Maza y Marchena mediante, se han estado inventando para traerse a la capital de España un expediente que nunca tendría que haber salido de Catalunya y que será, muy probablemente, lo que termine condenando a España por culpa de unos jueces que, a diferencia de dos Olleros con medio siglo de diferencia, no se han enterado aún de la reapertura de la tienda de disfraces de europeo para almas españolas que sigan trufadas de franquismo.
A diferencia del Ollero Carlos, muchos implicados en la dictadura tampoco compraron disfraces de europeo, pero la alianza entre el PSOE de Felipe González y Juan Carlos I permitió que siguieran instalados y mandando.
¿Está por la misma alianza el PSOE de Sánchez y la monarquía de Felipe VI?
Es muy probable que los militares de los “26 millones” y el rey de hoy solo estén buscando lo mismo que en 1981 consiguieron Armada, Milans y el rey de ayer, fugado hoy.
Sin duda, se darán por satisfechos si consiguen consolidar, 40 años después, la versión .2 de la sombra, en forma de monarquía, de aquel miedo implantado y mantenido durante cuatro décadas tras la victoria de los criminales del 18 de julio de 1936.
De momento, están siendo capaces de no sacrificar la monarquía franquista ni como argumento para mantener la integridad territorial, con lo que están incumpliendo la orden del dictador cuando dijo que “antes roja que rota”.
Como España se termine rompiendo, un fantasma se levantará desde una tumba situada en un lugar llamado Mingorrubio.