La clausura se ejecuta para preservar la seguridad de los miembros de la Familia Real española que se desplazan al palacete de Saridakis para disfrutar de sus vacaciones estivales frente a la bahía de Palma y sobre la palmesana Cala Major.
En cumplimiento de lo acordado en el Pacte de Progrés suscrito tras las elecciones autonómicas del año 2015 por los partidos PSIB, Podemos, MÉS per Mallorca y MÉS per Menorca, el Govern de Francina Armengol negoció con la Casa Real la apertura a la ciudadanía de estas instalaciones, hasta ese mismo momento cerradas a cal y canto.
Dos largos años después, tras múltiples tiras y aflojas, el 2 de mayo de 2017 se procedió a la obertura al público en general del gran portalón del muro sobre la calle Joan Miró y, con ello, de una sucinta parte de los jardines. Eso sí, con una condición: se evitaría el acceso de los visitantes españoles y de los turistas en general al recinto de Marivent en las épocas del año en las que los miembros de la familia del Rey pudieran estar dentro del recinto. Y se determinó que eso sería así entre el 15 de julio y el 15 de septiembre y quince días en Semana Santa.
La presencia del rey Felipe, su esposa Letizia y sus dos hijas, Leonor y Sofía, se ha limitado siempre a una efímera semana a principios de agosto, coincidiendo con la participación del jefe del Estado en la Copa del Rey de Vela.
Quien sí se deja ver más por Marivent, junto con su hermana Irene, es la reina emérita Sofía. Tanto en Semana Santa como en verano, abandona La Zarzuela madrileña y Palma se convierte en su ciudad base. Aprovecha, además, la amplitud de las instalaciones del palacio para reunir, si se puede, a su larga lista de nietos: los dos hijos de Elena y los cuatro de Cristina. Aunque no lo ha conseguido completamente casi nunca.
Este año, además, la presencia de la reina Sofía en Marivent es toda una incógnita. Sus apariciones públicas son actualmente nulas. El último acto al que acudió antes de la declaración del estado de alarma de la pandemia fue su tradicional visita al Cristo de Medinaceli de Madrid el 6 de marzo.
No se la volvió a ver hasta el 3 de junio, cuando presidió la junta directiva de su fundación solidaria. Y la imagen que dio fe de este acto fue una simple fotografía distribuida por la oficina de prensa de la Casa Real. Desde entonces, nada.
La implicación de su esposo, el emérito Juan Carlos, en el Corinavirus, las informaciones sobre los presuntos delitos cometidos de fraude fiscal y blanqueo de capitales, la confirmación de que durante años el anterior rey de España protagonizó una doble vida amorosa y la evidencia de la hipocresía de sus palabras al salir del hospital tras el accidente en la cacería de elefantes de Botswana, cuando dijo “no lo volveré a hacer”, han marcado muy negativamente a su aún fiel esposa Sofía.
Sin confirmar, sino todo lo contrario, la presencia extensa de la reina Sofía y con los parcos antecedentes de la permanencia estival del rey Felipe y de su familia más próxima en Marivent, la realidad es que la clausura de los jardines públicos este 15 de julio se antojan inútiles si el objetivo de esta iniciativa es preservar la seguridad de los residentes del palacete.
Y es que cerrar unos jardines al público para preservar la seguridad de alguien que no está en el palacete adjunto se antoja una contradicción en sus propios términos.
Los jardines de Marivent cierran… pero para qué si en Marivent no hay nadie.