Ha reiterado usted en múltiples ocasiones que durante su actual legislatura presidencial al frente del Consell de Mallorca pretende modernizar la institución. Lo dijo en la pasada campaña electoral, al asumir el cargo tras su victoria en los comicios autonómicos, en el discurso oficial de la última Diada de Mallorca y en decenas de foros y oportunidades.
Modernizar es la palabra clave de todo un proceso que pretende poner al Consell de Mallorca a la altura que requieren y exigen los tiempos que vivimos actualmente. Modernizar es agilizar los trámites, eliminar trabas burocráticas, acercar la gestión a los ciudadanos, ponerse al servicio de ellos, soslayar duplicidades con otras instituciones, agilizar las respuestas frente a los problemas que se plantean, prever los cambios que reclama la sociedad, avanzarse a los requerimientos de instituciones, empresas y ciudadanos, facilitar la gestión de lo público… En definitiva, hacer que la institución que usted lidera deje de ser un freno para el progreso de la sociedad a la que debe servir.
En demasiadas y reiteradas ocasiones sufrimos la lentitud de las administraciones. También la del Consell de Mallorca. Lentitud que frena el progreso, coarta los intereses propios de las personas, instituciones, asociaciones y colectivos y, también, convierten la obligada inter relación de los ciudadanos con el Consell en un auténtico calvario.
El ‘vuelva usted mañana’ de Larra se repite, con otras palabras y en estos tiempos nuestros, con demasiada frecuencia. Y eso no puede ser. Y eso es lo que usted quiere cambiar.
Le queda por delante un esfuerzo titánico. No basta solo con proponer el cambio. Después hay que ejecutarlo, tras planificarlo y concretarlo en su extensión e intensidad.
Ante su reto se levanta ahora un muro. El muro formado por los acomodados, los menfotistas y los vagos. Décadas de incuria y mala praxis han convertido a un grupo determinado pero potente de funcionarios del Consell en auténticos fósiles que paralizan la institución. Son trabajadores –por llamarlos de algún modo– que en otros ámbitos de la vida (las empresas privadas) ya habrían sido despedidos con cajas destempladas. Contra ellos deberá fajarse para modernizar el Consell de Mallorca. Ellos serán su principal freno.
Afortunadamente para usted, y para todos nosotros, en el Consell de Mallorca también hay funcionarios y trabajadores públicos de primera división: esforzados, proactivos, conscientes de la importancia de su puesto, entregados, cooperadores y, por encima de todo, leales a su empleo, a los ciudadanos que les pagan sus salarios a través de los impuestos y a la institución pública a la que sirven. Estos trabajadores, señora Cladera, serán el combustible de su cambio. Ellos, no lo duden, merecen su confianza y también la nuestra. Y el aplauso y el reconocimiento de los mallorquines.
Señora Catalina Cladera:
Ante su reto personal, tiene usted todo nuestro apoyo. No lo dude. Encontrar hoy en día un político como usted, dispuesto a embarrarse en beneficio de los ciudadanos obviando la comodidad de la poltrona, es un hecho excepcional. Y ante este hecho excepcional hay que sumar esfuerzos entre todos los que compartimos su manera de entender aquello que llamamos el servicio público.
Es servicio público modificar el funcionamiento de las instituciones cuando la realidad nos demuestra que es imperioso hacerlo para mejorar nuestra sociedad y la calidad de vida de los ciudadanos. Usted lo quiere hacer. Nosotros se lo agradecemos y la apoyamos. Usted y nosotros deseamos, queremos y lucharemos por un buen servicio público del Consell de Mallorca a todos los mallorquines. Hágalo. Es su reto y, seguro, lo conseguirá.
