Acabo de recibir avisos del detector de fakes informando sobre vídeos que dicen que se emplean en escuelas españolas, pero que son, en realidad, anuncios publicitarios de Brasil y Canadá.
Ante una provocación que en les Illes, como no gobiernan, convierten en visitas de militantes de ultraderecha a los centros educativos, no deberían ser las trabas burocráticas o las demandas judiciales la única respuesta, pues, además de que siempre son una lotería, desmovilizan a las familias y a los claustros, las víctimas de unos añorantes del pasado más terrible, y al que tienen mucha prisa por regresar.
Aunque no hablaba del PIN, Antonio Diéguez, que fue quien denunció el fraude Nóos que terminó con Urdangarin entre rejas, acaba de decir que “llevar todo a los tribunales es una desviación de la política”.
Volviendo al TIL, conviene recordar que ese plan ya había sido derrotado en les Illes por la mayoría social cuando el TC, con Rajoy en La Moncloa, sentenció que no incumplía la Constitución. Entonces, me pregunto: ¿y si la Consellería, de acuerdo con cada centro educativo, invitara también al resto de partidos a realizar visitas similares, y les entregara una información normalizada, la misma que a los ultras? Infravalorar este peligro cuando aún la sociedad lo puede derrotar siempre derivó hacia un error fatal.