Así lo han explicado los médicos que llevaron a cabo la autopsia, que han comparecido durante la quinta sesión del juicio por estos hechos. El juicio se celebra con un tribunal del jurado en la Audiencia Provincial. El acusado es el ex yerno de la víctima y los familiares del fallecido piden prisión permanente revisable, mientras que la Fiscalía solicita 30 años de cárcel.
Los facultativos han resaltado la especial violencia de la agresión. Según la reconstrucción de los forenses, los primeros golpes fueron en la cabeza con un objeto contundente. Se deduce que fue un recipiente de barro porque se hallaron fragmentos en la escena del crimen -y una esquirla incrustada en el cuero cabelludo del cadáver-, así como un escurridor, del que se rompió un asa. Los facultativos han señalado que los restos hallados en la cocina donde fue encontrado el cadáver permiten entrever la trayectoria y la fuerza del golpe.
En el cuerpo se observaba una gran cuchillada en el cuello, de diez centímetros de profundidad. Los ataques en esta zona prácticamente le seccionaron la yugular. El cuerpo también presentaba numerosas lesiones en los brazos, indicativas de que el hombre había intentado cubrirse para protegerse.
Varios de estos ataques le rompieron el hueso, lo que según los médicos, dejó los brazos "inútiles" para defenderse. Los forenses creen que la víctima también intentó detener el cuchillo sujetándolo por el filo, y que fue en ese momento en el que el agresor le amputó un dedo.
Posteriormente la víctima recibió puñaladas en el tórax, en dirección al corazón, que, según los expertos, fueron "para rematar". En las heridas en la zona del pecho casi no hay sangrado, lo que es indicativo de que el hombre ya estaba prácticamente muerto. Dos de estas puñaladas alcanzaron los pulmones.
El arma no fue encontrada, pero por las proporciones que se deducen de las heridas, se cree que fue un cuchillo de cocina. Los médicos han confirmado que la muerte tuvo que ser "muy dolorosa" y que el hombre tardó al menos varios minutos en morir por un shock hipovolémico.
Para los facultativos, "está claro" que hubo "una pelea en la cual uno era el agresor, y otro una víctima que se defendía". Entre otros detalles, ha resaltado que el cadáver no presentaba abrasiones en los nudillos que pudieran llevar a pensar que él dio algún golpe.
Los forenses también han añadido que una dosis normal de los antidepresivos que tomaba la víctima ya implicarían cierta merma de capacidad.
Los médicos han confirmado que la víctima cojeaba porque tenía una pierna rígida -fruto de un accidente de tráfico sufrido años antes-, y que padecía artrosis en las manos. Consideran que sus posibilidades de defenderse eran "mínimas" cuando fue atacado con el cuchillo.
Los dos forenses también han respondido preguntas sobre el informe que elaboró un compañero respecto a la imputabilidad del acusado. El objetivo es valorar si el hombre estaba en pleno uso de sus facultades cuando cometió el crimen o si, como alega la defensa, lo hizo bajo los efectos del alcohol y las drogas. La defensa no cuestiona la autoría, si bien el acusado declaró que no recordaba nada de la noche de los hechos.
El médico que examinó al acusado tras la detención concluyó que el consumo de cocaína del hombre era "moderado" y no observó patologías que conlleven un trastorno de la voluntad. Además, el acusado no presentaba síntomas del síndrome de abstinencia, a pesar de haber pasado dos días en el calabozo y por lo tanto, sin consumir.
Los forenses que han declarado este viernes se han inclinado por la hipótesis de que el hombre no tenía sus facultades severamente alteradas por las drogas cuando cometió el crimen, basándose en que fue capaz de conducir hasta la finca y porque el teléfono móvil de la víctima nunca fue encontrado.
Según el médico, esto podría deberse a que el acusado se lo quitase para evitar que el hombre llamase pidiendo auxilio -creyendo que aún estaba vivo- o que simplemente lo robase. También desapareció dinero y en la casa había indicios de un registro por parte del agresor. "Sabe lo que hace", ha concluido el experto.
Igualmente, los forenses ven "muy difícil" que el estrés provocara amnesia al acusado -subrayando además que se trataría de una amnesia "selectiva"-, y opinan que su poca expresividad durante la entrevista con el médico es signo de que estaba controlando lo que le preguntaban y lo que debía responder. "Indica que está pendiente de no decir más de lo que interesa", ha enfatizado uno de los expertos.
Los hechos se remontan a mayo de 2017. Según la Fiscalía el acusado se dirigió a la casa familiar de su expareja, con quien tenía una hija menor, con el objetivo de obtener dinero. En la finca se encontraba el padre, quien le abrió la puerta y le dejó entrar, pero que no quiso darle dinero.
La Fiscalía sostiene que el acusado reaccionó violentamente, golpeando a la víctima con un recipiente de cerámica y una olla y, que seguidamente, le atestó diversas puñaladas con un cuchillo hasta causarle la muerte.
Después, presuntamente, el investigado revolvió toda la casa y se apoderó de un recipiente que contenía una cantidad de desconocida de dinero y del teléfono móvil de la víctima, y se marchó.
Dado que no se discute la autoría del crimen, el debate en el informe de conclusiones definitivas de las partes se centrará, previsiblemente, en si los hechos deben calificarse de asesinato o de homicidio, un delito que lleva aparejadas penas inferiores. Las acusaciones imputan un asesinato al apreciar alevosía, ensañamiento y la facilitación de otro delito -en este caso, un robo-. La defensa plantea que debe condenarse por homicidio.