Podemos ya no habla de desahucios, ni de paro, ni de las dificultades de las familias que no pueden pagar las facturas del gas o la luz o apenas pueden firmar el final de mes en condiciones más o menos dignas. Hoy, Jarabo, Iglesias y los de Podemos hablan de Xelo Huertas y de Montse Seijas en Baleares y de ellos mismos en Madrid, de quien va a controlar el partido y cómo ha de funcionar la organización.
Y ahí no hay diferencia alguna con el PP que se mira el ombligo intentado dilucidar si resulta más atractivo el (ombligo) de Gabriel Company o el de Jaime Martínez, o el de Bauzá que, con la tontería que le caracteriza, dice tener el más grande de todos. El PSOE de Francina Armengol no les va a la zaga y puede exhibir una tarjeta de resultados en la que durante meses todas las energías se han concentrado en el inútil “no es no” para tratar de impedir el rasgo de sensatez que ha demostrado la gestora del partido al desbloquear el escenario político.
Del resto, poco hay que decir. Ciudadanos anda enfrascado en el cónclave interno que ha de santificar al líder máximo y laminar todo intento de crítica a un intratable Albert Rivera mientras en Baleares se conforma con la irrelevancia política conseguida. Y Més, a lo suyo, a mantener sus cuotas de poder contentando al máximo a los propios y procurando que los socialistas no se les suban a la chepa.
A todo esto, cabe preguntarse: y de los problemas de los ciudadanos ¿Quién se ocupa? Tan ensimismados todos ellos.