Como cualquier empresa privada, los bancos trabajan con el objetivo de no perder dinero, lo que significa que todas sus operaciones van a buscar un mínimo de beneficio económico. Esto muchas veces entra en conflicto con la dificultad de concesión de financiación al cliente ya que los requisitos que estas entidades solicitan son realmente estrictos.
Por ejemplo en el caso de las cooperativas o las entidades sin ánimo de lucro que acuden a un banco convencional tienen muchas posibilidades de que su solicitud de crédito no sea aceptada. Para este tipo de entidades la banca tradicional suele cerrar el grifo de financiación y no deposita mucha confianza en ellos. Es el mismo caso de personas desempleadas, con bajos ingresos o que aparecen en un fichero de morosos.
Para cubrir este vacío en el mercado existen otras vías de financiación que no pasan por las de la banca tradicional. Por ejemplo algunas de ellas son las entidades de banca ética o los prestamistas particulares. En el caso de estos últimos quién financia una operación a una empresa o particular es otro particular que dispone de dinero y quiere tener un rendimiento con él.
Tradicionalmente los préstamos entre particulares y préstamos rápidos han tenido fama de ser abusivos y poco éticos, con intereses muy elevados y algunas veces buscando el poder ejecutar la garantía en vez de asegurarse de poder cobrar el dinero prestado. No obstante el modelo ahora mismo está cambiando radicalmente. Los prestamistas particulares se han profesionalizado hasta el punto de convertirse en grandes expertos en finanzas, ya sea por la obvia necesidad de saber el riesgo de una inversión o asesorados por expertos que les gestionan sus inversiones.
La gran diferencia entre pedir un crédito a un banco y que sea un particular quién nos deje el dinero es la parte humana que hay detrás de la operación. Esto significa que ningún prestamista particular va a dejar dinero para un proyecto que sabe que no puede funcionar y que va a tener que cobrar el aval o garantía para recuperar su dinero. El perfil de cliente que suele acudir a un prestamista particular no es el de una gran empresa, sino más bien el de un autónomo o PYME que tiene dificultades económicas puntuales.
Los prestamistas particulares de empresas como CréditoParticular.es estudian las solicitudes de préstamo no solo desde el punto de vista económico si no también desde la vertiente ética y humana. Si creen que una solicitud de préstamo tiene mucho riesgo no van a abrir una línea de crédito a ese solicitante. Normalmente no quieren verse en la desagradable situación de que tengan que ejecutar la garantía. Además, se adaptan a las necesidades de cada cliente en términos de capacidad de pago, tipo de amortización, número de cuotas etcétera. Como ejemplo, hoy en día se pueden encontrar préstamos privados con intereses de entre el 9 y el 12% anual, con cómodos plazos de devolución de hasta 10 años.
Desde que en el 2014 se reguló la financiación privada mediante el Ministerio de Sanidad y Consumo, han proliferado las entidades de crédito privado con todas las garantías necesarias para otorgar mayor confianza en este tipo de créditos. Estas condiciones unidas a la dificultad que muchas personas y/o empresas se encuentran a la hora de pedir financiación en la banca tradicional hacen que sea una opción muy válida en cuando a financiación y solución de problemas económicos tanto en familias como en Pymes.