La realidad es la que es y, aunque desearíamos que fuera otra, no es posible cambiarla. Ni tampoco esconderla, ni escamoterla, ni maquillarla. Y la realidad del colapso circulatorio que padecemos en algunos puntos de nuestra geografía se precipita inmisericorde sobre nosotros y es necesario ya mismo poner en marcha todas las medidas posibles para reconducirla.
Usted, señor presidente, no es culpable de los cien mil coches de alquiler que cada año invaden Mallorca desde la Península para proporcionar satisfacciones a los turistas. Tampoco es culpable de que el Govern balear no ofrezca un mejor y más fluido transporte público a estos mismos turistas para que prefieran visitar los puntos remotos de nuestra isla en autobús o tren antes que en coche.
Ni siquiera es culpable, señor Ensenyat, de que los egoísmos propios de los hoteleros hagan que este sector empresarial se desentienda de las disfunciones que provocan la afluencia masiva de sus clientes en la sociedad mallorquina. Eso sí, de lo que no se desentienden los propietarios de los hoteles es de sus beneficios económicos, pero no les pida ni usted ni nadie a estos mismos hoteleros que asuman su alícuota responsabilidad sobre las incomodidades que ellos mismos propician y se hagan también corresponsables de las soluciones que la ciudadanía le exige con insistencia a usted.
Tampoco es usted culpable, presidente, de que las inversiones en carreteras en la última década hayan sido mínimas y que el crecimiento en la calidad y el tamaño de las vías públicas no haya ido en consonancia al aumento en el tamaño de los vehículos y de su número.
Pero gobernar es decidir. Y se gobierna para decidir, para aportar soluciones y no para esconderse tras la poltrona y mesarse los arañazos de la disputa política. Cosa que usted, hasta ahora, no ha hecho.
Ahora vivimos en Mallorca una doble realidad paralela que enfrenta a algunos sectores de la población a las políticas que otra parte importante de la sociedad considera necesarias. El volumen del parque automovilístico, la movilidad de la vida moderna, los nuevos hábitos residenciales que cada vez alejan más los hogares de nuestros puestos de trabajo, la concentración de determinados servicios educativos, sanitarios y comerciales en puntos alejados de las zonas de residencia y, finalmente, la llegada de 14 millones de turistas al año provocan que las costuras de nuestra red viaria ya no den más de sí.
Ante todo eso, y aunque usted no lo haya provocado ni querido, debe actuar. Es usted el presidente del Consell de Mallorca, además de candidato a presidir nuestra comunidad, y es esta institución la responsable de las carreteras. Consecuentemente, si nuestras carreteras provocan malestar y problemas, debe usted poner sin duda ni dilación remedios y soluciones.
Señor Ensenyat:
Conocedores como somos de su talante y personalidad, de su experiencia en la gestión administrativa y en la gobernanza de las instituciones, sabemos que utilizará la determinación, la sensibilidad y la responsabilidad de la que debe hacer gala un gestor de la cosa pública. Sabrá escuchar y dialogar con los que no quieren que usted haga lo que debe hacer y, seguro, intentará apaciguarles y convencerles. Pero si no lo consigue, no debe comportarse como un avestruz y esconder la cabeza en la tierra para no ver los problemas.
Los problemas no desaparecen solo por mirar a otro lado. Los problemas, aunque creen conflictos, deben afrontarse con la sensibilidad, la responsabilidad y, sobre todo, con la ambición que, como ya le hemos dicho antes, debe usted saber utilizar.
Determinadas carreteras ya no son capaces de absorber los miles de vehículos que cada día transitan por ellas. Muchos pueblos de Mallorca quieren que los coches de paso dejen de transitar por el centro de sus núcleos urbanos. Y no podemos permitirnos nunca más que nadie pierda la vida o sufra ningún tipo de accidente por obligarle a circular por una vía pública peligrosa por su obsolescencia.
Presidente, haga aquello que debe y tiene que hacer. Hágalo sin temer posibles críticas o futuras votaciones. Los ciudadanos le exigen soluciones. Planifíquelas y aplíquelas. Aquellos que ahora protestan seguro que más tarde circularán por las carreteras que ahora desprecian. No se achante, no se achique, no frene. Acelere y cumpla su plan de gobierno.