El motivo que llevó al inicio de esas pesquisas y según consta en diversos autos judiciales, es que se tenían indicios, más que sólidos, de que existía toda una trama de agentes que habrían montado lo que jurídicamente se denomina: “banda criminal o banda organizada”, cosa hartamente grave y preocupante viniendo de aquellos que deben proteger a la ciudadanía y hacer valer sus derechos fundamentales.
A esta presunta mafia policial que operaba, al parecer, en connivencia con empresarios y políticos del Partido Popular Balear, se les imputan delitos tan graves como tráfico de drogas, de influencias, de información y trata de blancas entre otros.
El desaguisado pone sobre la mesa una cuestión de importancia vital para nuestro sistema democrático que trae a mi mente, en forma de recuerdo, al poeta romano Juvenal quien ya en el siglo primero después del nacimiento de Cristo enunció con gran preocupación la locución latina: “ Quis custodiet ipsos custodes? traducida al castellano como «¿Quién vigilará a los vigilantes? poniendo en evidencia una preocupación antigua que atestigua el hecho de que poco hemos caminado para lograr controlar las malas praxis de aquellos que deben defendernos.
El caso de corrupción en la Policía Local se inició con una amañada fase de oposiciones para ascensos dentro de la corporación, concretamente en la oferta pública de unas plazas para la escala de oficiales, que presuntamente se pretendían regalar a policías afines al Partido Popular.
Según parece se les habría hecho llegar a aquellos agentes, un correo electrónico con las preguntas del examen para que, sin estudiar, pudieran saborear las mieles de convertirse en jefes operativos de la plantilla y por tanto tener poder en la toma de decisiones.
Pero como nada en la vida es perfecto y hay policías de una gran honestidad, uno de los que recibió por error el correo, se juntó en contubernio judeo masónico con un pequeño grupito más de leales defensores de la verdad y juntos, lo registraron ante notario, para ver con estupefacción poco tiempo después, como las preguntas del acta notarial casaban con las de la fase de oposiones propiamente dicha, ¡oh sorpresa! para algunos, ¡oh horror! para otros.
Al comunicar este hecho a la Fiscalía, el honorable juez Castro ordenó intervenir el cuartel de San Fernando y el grupo de investigación de la Guardia Civil se llevó los ordenadores, iniciándose así todo un trabajo de fondo que acabó con la imputación de casi cien agentes de Policía Local y la entrada en prisión preventiva de una treintena larga de ellos, a los que hubo que esparcir por cárceles de toda España.
Las responsabilidades políticas se materializaron con la caída de la cúpula del Partido Popular de Palma y la intervención del mismo mediante una gestora , así como con la dimisión de Enrique Calvo que en ese momento era Director General de Seguridad Ciudadana y fue quien, presuntamente realizó el envío de correos con las preguntas del examen a los policías afines, así como la caída en desgracia de quien fuera Delegado de Gobierno por el PP José María Rodríguez y su delfín el diputado y concejal Álvaro Gijón. Y es que por algo el Partido Popular tiene el titulo honorifico de ser la organización política mas corrupta de toda Europa, que hay que aclarar que dicho diploma no se lo gana uno silbando, sino que es fruto de esfuerzo, tesón y mucho, mucho empeño diario.
Los investigadores encontraron el rastro de aquel amaño, con el que puede que lo que se pretendiese fuese nutrir de estómagos agradecidos la cupula policial, para poder dar órdenes políticas estando en el Gobierno y en la oposición también, pero esto no es más que una conjetura personal de alguien que ha visto tantas cosas, que ya solo le cabe pensar mal, sintiendo ser tan despiadada porque cabe la posibilidad de que lo hicieran, si realmente lo hicieron, como muestra altruista de caridad cristiana.
Pero cual Cristóbal Colón descubriendo América mientras buscaba la India, los investigadores encontraron también montones de actas sin tramitar y otras pruebas que fueron poco a poco construyendo el “Caso Sancus”, de la corrupción policial en formato: “te regalo la plaza de oficial”, que más tarde evolucionó como un pokemon a lo que dio en denominarse: “Caso Patrulla Verde”, donde al parecer los agentes de policía de esta unidad en cuestión realizaban acciones atentatorias contra la competencia de algunos grupos empresariales, y finalmente desembocó en la causa Cursach, que como todos sabemos implica al Magnate de la noche mallorquina.
Algunos policías honestos y honrados decidimos dar un paso al frente e iniciar de manera voluntaria colaboración con la Fiscalía Anti-corrupción, pues teníamos informaciones que podían ser de vital importancia para esclarecer todo aquello que venía sucediendo dentro de la corporación, por ello, cuando se habla en términos despectivos de la Policía Local de Palma, en relación a corruptelas, no puedo alzar la voz para defenderla porque es un verdadero despropósito, pero apostillo siempre, porque lo considero importante y de justicia, que es una causa de corrupción en la policía iniciada por policías, policías que hemos sufrido y sufrimos muchísimas amenazas y presiones por haber hecho lo correcto que no es otra cosa que combatir la corrupción en todas sus formas, porque eso es lo que la ciudadanía nos demanda.
Durante años estuve tomando notas, escuchando conversaciones de bar en las que hablaban de unos y de otros para así poder establecer relaciones personales entre los que integraban el bloque duro en policía y los políticos que presuntamente les amparaban. Me convertí en una presencia inofensiva que les reía las gracias y que parecía ser afín a las políticas liberales del partido, pues criticaba con saña todo lo que se hacía desde la izquierda, para lograr ganarme su afecto y confianza. Como muestra de lealtad tuneé mi terminal móvil con una funda de la bandera de España, así fue como poco a poco pude colocarme en una posición cómoda y cercana a gente que les era próxima y pude establecer nexos de unión entre ellos y entender de qué manera operaban.
Fui una especie de topo al que nadie detectó porque el secreto de sumario permitía que pudiese seguir trabajando de manera encubierta. Me abrí un Facebook en el que no había amigos de mi vida íntima o personal sino sólo compañeros, escribía todo aquello que políticamente les contentaba e incluso hacía aseveraciones beligerantes para lograr ser aceptada, así fue como pasé desapercibida sin ser leída nunca como una amenaza y esto me permitió poder enterarme de muchas cosas que después declaré en sede judicial y que forman parte de la investigación sobre la trama.
Cierto es también, que nunca pensé que la magnitud de todo aquello tuviera forma de banda criminal y que lo que yo creía que eran irregularidades reprochables desde lo deontológico o a nivel administrativo interno, fuese la comisión de un rosario de delitos dignos de los grandes capos de la mafia siciliana, pero el camino era de una dirección y no había retorno.
Esta investigación a la que me refiero, es probablemente la causa de corrupción policial más grande de la historia de nuestro país, tanto por el numero de imputados como por los estratos políticos y de influencia que se han derrocado a raíz de que diera inicio, así como también por la longitud del secreto de sumario que duró casi cuatro años.
Para despedir este artículo con el que pretendo hacer llegar al lector lo duro que es hacer lo correcto, quiero decir que yo soy policía, de vocación, de alma, de espíritu y de sentimiento y que lo seré toda la vida ejerza o no de ello, porque fue mi sueño de infancia y adolescencia. Que sé que honro el uniforme cada vez que lo visto y que también sé que hice lo correcto y no sólo eso, sino que después de todas las violencias sufridas y el miedo a ser objeto de nuevos ataques, volvería a hacerlo.
Que creo que como ciudadanía nos merecemos tener una policía valiente, una policía que hace siempre lo que debe, una policía que no teme aceptar que como corporación nos hemos equivocado, que no teme pedir perdón por poder parecer débil, que sabe rectificar y que cierra filas en honor a la verdad y a la justicia y no alrededor de aquellos que nos han llevado, por sus intereses personales, a este enorme desastre. Una policía confiable, sana, fuerte, una policía de hombres y mujeres íntegros que aceptan que soplan vientos nuevos.