Finalizamos los lugares comunes y entramos en lo que usted probablemente no recuerda, o quizás nunca supo. Cosas como las siguientes.
Entre los días 15 y 20 de mayo de 2015 Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Albert Rivera y Rosa Díez recibieron por correo certificado y en soporte papel un documento de 88 páginas titulado “La ruta S para el cambio de modelo” en el que, tras una serie de cuadros y gráficos que analizaban con detalle el comportamiento electoral ante la urna del Senado en todas las elecciones desde 1977 hasta 2011, se demostraba y defendía que la única estrategia electoral posible para derrotar al PP en el Senado, que era como derrotarlo en todo porque la mayoría en el Congreso la tenían perdida, consistía en formar una coalición electoral lo más amplia posible para esa candidatura. Para mejor entretener la lectura, se incluía un relato de política-ficción en el que los protagonistas eran los cinco líderes citados. Y por si a ellos no les llegaba “La ruta S…”, también se envió a Cesar Luena, Carolina Bescansa, Cayo Lara, Antonio Espinosa y Andres G. Herzog, relacionados cada uno de estos con los anteriores, como usted bien sabe. Si tiene confianza con alguno de los mentados puede pedirle el cuadernillo. Si le dice que no sabe, no contesta, le puede decir que podría conseguir la prueba del envío. En cualquier caso, agua pasada no mueve nada, pero sirve para atosigar un poco, que es de lo que se trata.
También ocurrió que, para apoyar la tesis del documento y otras inquietudes que se movían en la misma dirección desde el 15M, se realizó una campaña, modesta pero que incluso provocó que alguno de los cinco partidos contestara, molesto aunque redunde un poco, consistente en enviar a sus direcciones oficiales de correo electrónico peticiones de particulares para que se formara esa coalición, ante el peligro de victoria de los de Rajoy en las elecciones generales que se terminarían celebrando el 20D.
Pero todavía hay más. En el mes de septiembre de 2015 solo en la plataforma Change de recogida de firmas para causas varias, miles, que algunas se ganan pero no las que van contra los intereses particulares de la clase política, estuvieron coincidiendo al mismo tiempo ¡¡hasta siete peticiones diferentes para que se disolviera el Senado!!. Todas eran iniciativas lanzadas por particulares o grupos pequeños, sin la menor coordinación entre ellos, que seguían en la inercia provocada por la gran movida de mayo de 2011 y que, llenos de frustración, se empezaban a dar cuenta de que materializada en organizaciones políticas tampoco se estaba consiguiendo nada. Como es evidente, aquello fue un nuevo fracaso, entre otras cosas porque los partidos que reivindicaban su origen en el mismo 15M apoyaron las movidas de las firmas contra el Senado, que no dejaba de ser una manera de luchar por la reforma de la Constitución de la que tanto presumían.
Durante aquellas movidas contra el Senado se investigaron sus actividades y la utilidad que de las mismas se pudiera derivar para la sociedad española. Se confirmó todo lo que don Camilo nos cuenta al principio y usted ya sabía, por lo que sería masoquismo de la marca “aburrido” el reproducir aquí los resultados de aquellas horas dedicadas a encontrar algo que mereciera la pena en medio de una inmensa pérdida de tiempo y de dinero a lo largo de casi cuarenta años. Del de todos.
Otro recuerdo de aquellos tiempos, tan cercanos pero con tantas esperanzas derrotadas, me lleva en octubre de 2015 a un café de Nou Barris en Barcelona. Allí, ante Jordi Evole, los máximos de los principales partidos emergentes, los mismos Iglesias y Rivera de la lista de líderes que recibieron “La ruta S…”, además de una nueva respuesta de viva voz pero decepcionante sobre el cementerio del que hablamos, firmaron un pacto no escrito de odio mutuo y eterno por encima, incluso, de la urgente necesidad de cambio político en España, cuyo primer e imprescindible paso consistía en sacar al PP de La Moncloa y colocarlo a los pies de la Justicia ante lo que ya eran pruebas incontestables del sistema de corrupción generalizada que habían instalado, producto de su forma de abusar de las instituciones que gobernaban tras procesos electorales cuyos resultados quedaban deslegitimados desde el principio por sus trampas pero, mira por donde, jamás ilegalizados y vueltos a repetir, que era lo lógico, y así ellos, los delincuentes disfrazados de políticos, en la calle, la única libertad que no les correspondía seguir disfrutando. Ni les corresponde todavía.
Pero no seremos crueles hoy. Solo notarios para dar fe del drama colectivo en que se ha convertido la comedia de una legislatura fallida que nadie quiere recordar, salvo de Guindos esta misma mañana en La SER para hacer de poli bueno y dulcificar, sin autoridad para ello, el 155 que viene, pues los mercados se asustan cada vez que hablan el Rey o Rajoy Brey. Por dos veces le he escuchado decir que “el 155 será para Catalunya como la legislatura en funciones que siguió al 20D”. Son sus palabras respondiendo a Pepa Bueno, ella haciendo ante él también el mismo papel, casi higiénico, por comparación con el tercer grado a que ha estado sometiendo a cualquier independentista Junqueras, o a cualquiera sospechosa Colau, cuando han caído en su garras, en otras entrevistas manos.
Solo seremos notarios, decía, de lo que estamos escuchando en cualquier debate radiado o televisivo en el que coinciden representantes de las esas dos izquierdas que no solo se necesitan sino que incluso se desean, pero más aún se desprecian. Cada vez tardan menos instantes en tirarles los mayores a la cara de los jóvenes esa fecha que no repetiremos para no contribuir al desastre, y porque a fin de cuentas usted también la recuerda. Y cada vez las respuestas son más balbuceantes. De aquella falta de capacidad política para identificar y derrotar, porque se pudo, al peor peligro de todos, este abismo ante el que hoy nos encontramos.
Si, el viernes 27 de octubre lo más prescindible de la clase política española de entre la elegida en las urnas, aunque hay que matizar que mediante un sistema absolutamente contrario al único impecablemente democrático de una persona igual a un voto a la hora de repartir la cuota de poder, va a cumplir con las órdenes emitidas desde el partido político que lleva hostigando el territorio perdido de Catalunya, desde siempre, con tal de conseguir votos en el resto de circunscripciones. Y tomará una decisión ante la que su simple anuncio, el sábado pasado, ha provocado miedo manifiesto en el barómetro que tanto les preocupa, dicen, y que es el que mejor refleja cada día laborable la confianza en el futuro: el Ibex 35.
Si, por fin han encontrado un papel decisivo sus señorías senadores y senadoras. Pero, como tantas veces ha ocurrido en la historia de la política, el precio que habremos pagado hasta hoy por haberlos mantenido con nuestros impuestos será infinitamente menor que los costes que tendremos que asumir desde mañana por las consecuencias de su decisión en el viernes de mayor gloria infernal. Aunque esa votación vaya a ser tan evidentemente destructiva como para que por fin la sociedad decida enviarlos a todos, sin excepción, al contenedor donde metemos la peor basura, la que no tiene posibilidad de reciclaje.
Todos sabemos que muerto el perro, siempre pobre, en este caso el Senado, nunca pobre, no se acaba la rabia, y menos la enfermedad de la que estamos hablando, pero es más que probable que si a partir del 20D la mayoría del Congreso se hubiera puesto a cumplir sus promesas de reformar la Constitución, aunque el PP intentara pararlos desde su Senado, difícilmente habríamos llegado a situaciones tan amenazantes para todos como la que estamos viviendo hoy mismo, 26 de octubre de 2017, a la misma hora en la que estoy cerrando este lamento.
Porque aquellas urnas dictaron una sentencia suficiente, dejando al PP con 123 diputados y más solo que la una. Y mucho mejor que la siguiente. Para vergüenza eterna de unos políticos de la oposición que se acobardaron a la hora de gestionar tanto tesoro.
Última hora: España siempre le deberá a Catalunya los momentos más emocionantes de su historia. A partir de las doce de esta mañana, cuando se ha empezado a saber que Puigdemont convocaría elecciones, el Ibex 35 ha comenzado a subir como un cohete. Esperemos que Rajoy esté callado, al menos hasta mañana, porque no sería la primera vez que nos estropea lo financiero.