El conflicto social catalán, provocado por ustedes dos con el inestimable apoyo de muchos otros actores políticos activos y pasivos, se está convirtiendo en un elemento de permanente y grave discrepancia que afecta ya gravemente al futuro de todo el país. Y sirva el término ‘país’ para designar a España para unos y/o a Cataluña para otros.
Más allá de la legalidad constitucional española vigente y de las legítimas aspiraciones independentistas catalanas, ambas perfectamente asumibles en un marco democrático de convivencia, la degeneración del conflicto nos está embocando a todos los ciudadanos a un callejón sin salida.
Señor Rajoy, para usted la denominada ‘solución’ es permanecer en el actual status quo inmovilista. Y para usted, señor Puigdemont, esta misma ‘solución’ es lanzarse por el precipicio de la incertidumbre absoluta.
Y mientras ustedes dos se contorsionan en un oscuro juego de tácticas cortoplacistas en busca de la grieta en la defensa del contrario que les permita asestarle el golpe de gracia, los ciudadanos seguimos angustiados siendo protagonistas de una verdadera hecatombe social en la que nos estamos ahogados sumergidos en un mar de incertidumbres, dudas y temores. Por no decir, simple y llanamente, miedo, pánico y terror a una ruptura de la convivencia provocada por actos indeseables de violencia fratricida con el resultado de víctimas civiles.
Señores Rajoy y Puigdemont:
Su concatenación de cartas en un sentido y otro, sin cerrar ningún malentendido ni aportar solución alguna, no hace más que agrandar la distancia entre las dos trincheras. Si esta situación les afectara únicamente a ustedes, los ciudadanos utilizaríamos la ironía, el sarcasmo y el humor para establecer una saludable distancia. Pero, muy al contrario, la realidad es que su incomunicación está provocando el enfrentamiento cívico. Enfrentamiento que se plasma en hermanos que no se hablan, en vecinos que han dejado de escucharse, en compañeros que se enfrentan, en empresas que se trasladan, en una ya innegable crisis económica y en una situación general de desánimo y desazón que no augura nada bueno.
Por favor, solucionen el problema. Sean capaces de reconocer sus propios errores. Uno, señor Rajoy, por haber dejado que el problema se haya enquistado y convertido en purulento tumor y el otro, señor Puigdemont, por insistir en una salida ilegal que produce rechazo de, como mínimo, parte de sus propios conciudadanos.
Señores Rajoy y Puigdemont, por favor, no rompan el único y fino hilo que les siguen uniendo y trabajen para convertirlo en un consolidado puente que sirva para acercarles. Si no lo quieren hacer por ustedes mismos, háganlo al menos por sus compatriotas. Es hora de reconocer todos, absolutamente todos, los errores que han cometido. Y después rectifiquen.