Las recientes encuestas muestran un aumento significativo del apoyo a las formaciones de ultraderecha, con propuestas cada vez más radicales en temas como la inmigración y la seguridad. Este movimiento parece estar consolidándose en el panorama político austriaco, atrayendo a un sector creciente de la población descontenta con las políticas tradicionales.
En contraste, la situación en Baleares presenta un escenario completamente diferente. Mientras que en Europa las formaciones autoderechistas ganan fuerza, en el archipiélago balear, el panorama es de división. Los distintos grupos que conforman este espectro político están inmersos en luchas internas y desacuerdos ideológicos que han debilitado su influencia en la región. Esta fragmentación ha provocado que sus propuestas pierdan cohesión, y como resultado, su presencia en el escenario político balear ha disminuido considerablemente en los últimos meses.
Los analistas locales señalan que, si bien la ultraderecha en Baleares tuvo un impacto inicial fuerte, las tensiones internas han ido erosionando su capacidad de movilización. Esto contrasta con el fortalecimiento que experimentan sus homólogos europeos, especialmente en países como Austria, donde se presenta como una alternativa sólida frente a los partidos tradicionales.
A nivel social, este fenómeno también refleja la polarización política que se vive en diferentes partes de Europa. Mientras en algunas regiones la ultraderecha se fortalece, en otras, como Baleares, las divisiones internas amenazan su futuro a medio plazo.