“No hay pruebas de cargo para sostener ninguno de los hechos de acusación contra los acusados”. Así ha dado carpetazo el fiscal Tomás Herranz a su participación en el juicio del Caso Cursach.
Este paso significa que la acusación pública considera que las pruebas aportadas por la policía y las incriminaciones aportadas por los presuntos testigos no van más allá de opiniones personales o simples anécdotas. Ninguna de ellas con peso suficiente para sostener ningún tipo de acusación.
Recordar que, desde el primer momento, el Caso Cursach ha estado contaminado de sospechas de parcialidad. De hecho, el juez que instruyó el caso, Manuel Penalva, y el fiscal que arrancó la instrucción, Miguel Ángel Subirán, han sido obligados a abandonar sus puestos, retirarse con deshonor de sus carreras y están pendientes de juicio por coaccionar a los testigos y ordenar detenciones ilegales, entre otros delitos.
El empresario del ocio nocturno, Bartolomé Cursach, y su mano derecha, Bartolome Sbert, además de otros directivos del grupo, fueron perseguidos a través de una campaña de prensa orquestada por Penalva y Subirán con presuntos testimonios que después se han demostrado totalmente falsos.
Ahora se abre un nuevo capítulo. Tras retirar la fiscalía todas sus acusaciones, las magistradas deberán decidir si se sustenta seguir con un juicio en el que, por ahora, se ha demostrado que todas las acusaciones se basaban en simples opiniones contradictorias y ninguna prueba formal.
El caso Cursach se encamina a su sobreseimiento sin condenas. Después se abrirá otro caso: el que llevará al juez Penalva y al fiscal Subirán al banquillo de los acusados.