Hay que recordar que un estudio de 2017 del IHCANT (Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria), determinaba que la playa de Cala Millor presentaba una extensa playa seca en época estival y que, hasta hace poco, no se habían apreciado cambios en la posición media de la playa. Pero que en los últimos años los temporales de olas habían hecho que la playa se hubiera erosionado, reduciéndose de forma considerable la anchura de la playa seca, llegando incluso a dejar a cuerpo descubierto el sustrato rocoso.
Esto hacía indispensable la realización actuaciones como la aportación de arena en la playa. El estudio del IHCANT remarcaba que la actuación propuesta era una solución de emergencia para el verano del 2017 y que para los años sucesivos se tenían que analizar las condiciones de la playa y, a partir de ahí, proponer nuevas actuaciones.
El año 2019 se rehizo el informe porque la situación había cambiado. Hay que tener presente que aquel año tuvo lugar el temporal que afectó el Llevant de Mallorca.
La empresa NEOS recopiló el trabajo de IHCANT y toda la información que pedía Costas para poder presentar un proyecto. Los datos recogidos entonces detallan que la playa sufre desde hace varias décadas problemas de erosión, con episodios especialmente importantes durante los inviernos de 2012-2013, 2014-2015 y 2016-2017.
Por lo que hace referencia a la procedencia de los materiales necesarios para incrementar la superficie de la playa seca, estos provienen de las bermas sumergidas existentes en la playa. El proyecto deja bien claro que la posidonia oceánica no sufrirá afectación directa por la ejecución de las obras.