Se dio la coincidencia de que tan aviesa intención también se le había pasado por la cabeza a alguien con posibles, y una semana antes de las primarias del PSOE me encontré con la portada de “El Mundo” en los kioscos. Informaba que, según la encuesta que Sigma 2 había realizado los primeros días de mayo mediante 1.200 entrevistas telefónicas, un PSOE con Sánchez conseguiría mejores resultados electorales que con Díaz. Según los cálculos que hice a partir de esos resultados, serían más de 600.000 los votos de diferencia.
Es imposible saber los efectos que esa portada haya producido en la voluntad de unos militantes socialistas que, como se recordará, acudieron masivamente a votar en sus urnas privadas. Desde luego, no sirvió para que Susana se rindiera. Tampoco es posible conocer la influencia de los editoriales de “El País”, tan críticos con Sánchez durante tanto tiempo, o las consecuencias de la desinformación general de TVE. Pero de lo que sí está todo el mundo convencido es que no hay político que no devore las encuestas, todas, en cuanto se publican. Y seguro que se toman muchas decisiones en función de los resultados que anuncian.
Hoy, las encuestas del segundo trimestre están certificando sendos retrocesos del PP y de Unidos Podemos, contra los avances de PSOE y Ciudadanos. Pero para los que siempre queremos más eso no nos parece suficiente.
Cualquiera que tenga oídos ha escuchado que UP es en este momento una coalición inestable y, por tanto, la demoscopia debe dar un paso más para que la foto fija de las tendencias electorales permita descubrir lo que se cuece dentro de las crisis. Al igual que hizo Sigma 2 antes de las primarias socialistas, en las próximas oleadas de opinión quien se dedique a preguntar debería enseñar a los encuestados paneles en los que figuren los clásicos PP – PSOE – Ciudadanos y, en el caso de UP, las dos opciones posibles: Una con IU y Podemos en candidaturas distintas, y la otra para la coalición actual de Unidos Podemos.
Tal como se decía cuando no había ordenadores, “el saber no ocupa lugar”. Estoy convencido que ambos partidos tomarán las decisiones políticas y electorales que más les convengan si tienen conocimiento de causa bastante de sus efectos en el electorado. Y, por supuesto, si no se olvidan de lo que pone la Ley Electoral, salvo que consigan reformarla.
Esta vez hay más tiempo hasta las próximas elecciones y quizás haya alguien a quien también se le ocurra esta idea.