Cumplimos estos días los dos primeros años de su gobierno autonómico, conseguido tras sumar su propio partido una nueva derrota en las últimas elecciones autonómicas y dejándose por el camino miles de apoyos ciudadanos.
A estas alturas de la legislatura, suena ahora a perogrullada recordarle lo que desde el primer momento le señalamos acerca de la volatilidad sobre la que construía su débil mayoría parlamentaria. Suena ahora a evidencia confirmada, efectivamente, pero en ese momento era una imagen que se veía claramente perfilada en el horizonte para el común de los mortales, pero no para usted.
Dos fueron los antecedentes que, sin ser sabios ni adivinos, pronosticaban lo que ahora acontece.
Por un lado, su propio partido, el PSIB. Abocado a peregrinar como cuerpo descabezado de derrota en derrota y elección tras elección, lo que le convierte en un zombi político necesitado de un cambio radical de liderazgo, el suyo, so pena de desaparecer del escenario político balear, como ya ha acontecido allende nuestro territorio con sus hermanos griegos, italianos y franceses.
Por otro lado, sus socios de Podemos. No tiene ningún mérito decirle a usted, señora Armengol, que ya le avisamos después de contemplar atónita la ciudadanía cómo se han ido concatenando los hechos. Primero, dos diputadas expulsadas del grupo parlamentario morado por no sabemos aún que motivo, más allá de una primera acusación de corrupción que nadie ha podido demostrar. Segundo, una rotura total de la cohesión interna del partido, con un grupo parlamentario absolutamente enfrentado al secretario general. Y, finalmente, el propio secretario general, Alberto Jarabo, que tropieza de Guatemala a guatepeor con sus declaraciones de la renta falsas, sus ingresos no declarados, sus mangarrufas económicas y sus negocios particulares nunca aclarados.
A todo este cúmulo de sinsabores se le ha añadido que sus tres socios de MÉS por Menorca, fundamentales para estabilizar su mayoría, han abandonado el apoyo explícito y global al Govern y a partir de ahora negociarán con usted todos y cada uno de los decretos, decretos leyes, leyes y otras iniciativas parlamentarias que se presenten en la cámara balear.
Si sumamos las dos parlamentarias expulsadas de Podemos y los tres de MÉS per Menorca, constatamos que ha perdido cinco de los diputados que inicialmente la auparon a la poltrona del Consolat de Mar.
Señora Armengo, en estos momentos, su Govern ya no tiene mayoría en la cámara y, cualquiera que sean sus propuestas, tienen estas que pasar un auténtico calvario de negociaciones y renegociaciones para intentar salir adelante. ¿Se acuerda usted cuando, en enero pasado, se ufanó en señalar que tenía una agenda política que contemplaba la aprobación de 42 nuevas leyes en el año en curso? No diremos que ahora ese anuncio suena a chiste ya que en ello va la estabilidad de nuestra comunidad.
La situación a la que ahora nos vemos abocados, de inestabilidad en todas sus iniciativas parlamentarias y de confusión sobre el alcance que realmente alcanzarán las que superen los primeros trámites, traslada al resto de la ciudadanía una absoluta indeterminación sobre el futuro que nos acontecerá.
Para muestra, un botón. ¿Cómo se regulará finalmente el alquiler turístico? ¿Con la propuesta presentada por el Govern, por la que forzarán desde Podemos o, simplemente, por una que, al vivir en nuestro futuro cercano un nuevo cambio de mayoría política, quedará en nada?
Señora Armengol, la realidad es que su Govern ha perdido la cohesión con la que arrancó su andadura hace poco menos de dos años. El desgaste provocado por el gobierno diario que usted no ha sabido moderar ha incinerado demasiadas amistades y ha abierto heridas que serán difíciles de cicatrizar. En esta coyuntura, tan distinta con la que usted empezó la legislatura, desearíamos que determinadas ocurrencias, que no atesoran el apoyo mayoritario de la cámara, sean consensuadas con la inmensa mayoría del parlament, depositaria de la soberanía popular, para evitar futuros cambios y la consiguiente inseguridad actual.
Comenzó la legislatura, presidenta, bailando la conga en plena calle con todos los socios que en ese momento estaban formando piña política con usted. Sinceramente, no nos imaginamos ahora que sea usted capaz de bailar alguna cosa con casi nadie.
