El Obispado de Mallorca, sin embargo, ha preparado una extensa batería de medidas de obligado cumplimiento que pretenderán, en todo momento, abortar cualquier foco de contagio y preservar la seguridad sanitaria de los penitentes y espectadores.
Los cofrades que marchen con la caperuza puesta ya llevarán puesta, con la tela del capirote frente a la nariz y la boca, una barrera contra el virus.
Sin embargo, todos los que procesionen sin la caperuza, a cara descubierta, deberán llevar puesta una mascarilla. Una obligación que también afectará a los portadores de los pasos.
Portadores que, además, deberán tener inyectada la vacuna completa y, también, presentar un test de antígenos negativo realizado las 24 horas antes de la procesión.
En los Davallaments, tan comunes en los pueblos de Mallorca, los protagonistas podrán interpretar sus papeles a cara descubierta (ya sean actores profesionales o fieles amateur) siempre que, asimismo, tengan la pauta completa de la vacuna inoculada y presenten el correspondiente test de antígenos negativo.
Eso sí, para evitar posibles contagios, las representaciones se organizarán con la máxima distancia posible entre los intérpretes.
Una vez finalizado el Davallament, y si se procesiona, habrá que ponerse la mascarilla, aunque se represente a Jesucristo o a cualquier otro personaje de la historia sagrada.
En todos los casos, ya sean procesiones, davallaments o cualquier acto de la Semana Santa, el público asistente deberá cubrirse con mascarilla.