La campaña se encuentra totalmente estancada, y los hoteleros no creen que se reactive, en el mejor de los casos, hasta el próximo mes de febrero, con todos los problemas organizativos y logísticos que ese retraso podría acarrear
Si a la aparición de la variante Ómicron le añadimos el aumento de la incidencia acumulada en la gran mayoría de países europeos, no resulta extraño comprobar cómo el miedo a coger un avión se ha vuelto a instalar entre un buen número de viajeros.
Una incertidumbre que afecta de lleno a la próxima temporada veraniega. Y es que es habitualmente ahora, en pleno mes de diciembre, cuando los turoperadores alemanes y británicos cierran la mayoría de las reservas de estos dos mercados fundamentales para el sector turístico balear.
Los descuentos y las campañas de promoción no han tenido el efecto esperado entre una población que vive colgada de la incertidumbre y que no se ha atrevido, por el momento, a dar el paso de reservar sus próximas vacaciones.
Así, se espera que el verano de 2022 venga marcado por las ventas de último momento. Un mal menor que, al menos, supondría la llegada de turistas a nuestro archipiélago, pero que entraña una serie de problemas entre los hoteleros, quienes temen tener que organizar la campaña de verano sin poder contar con el tiempo necesario.