El técnico Javier Olaizola ha tenido que recurrir a jugadores del filial, hasta tres ante el Reus, para dar una nuevo aire al equipo (ahora llamado grupo, que desafina tanto, que como grupo musical se comerían las uñas del hambre que pasarían) y de poco le ha servido porque no han logrado cambiar la dinámica de derrotas o empates. Vamos, que sólo han ganado un partido de los 5 que lleva Javier en el banquillo. El toque de atención y aviso a navegantes despistados que les han enviado Olaizola a los del primer equipo y a algunos veteranos con casta, no está dando excesivos resultados. Y eso que en Reus el equipo estuvo ordenado y bien puesto en el terreno de juego la primera parte. Pero en la segunda, con la expulsión de Saúl, aparecieron de nuevo los fantasmas y se perdieron dos puntos que hasta ese momento eran de su propiedad. Menos mal que Cabrero evito el gol local en el penalti del minuto cuatro. ¿Cuando se les necesite in extremis, los veteranos saldrán en ayuda de su técnico?
Lo dicho. Al aficionado mallorquinista le tocará seguir sufriendo hasta final de temporada si Dios no lo remedia. Y me parece que en el Cielo, por ahora, están más preocupados por la inundaciones de nuestra geografía insular, que del charco de Son Moix.
Saúl y Sasa, los dos refuerzos de este segundo periodo de fichajes, son lo que son y dan lo que dan. Y como no se habla desde las alturas (los despachos de Maheta y Recio) de más incorporaciones, pues a ¡...oderse toca! Así, que ahora de nuevo la afición debe de apretar los dientes, los puños, y, sobre todo, despejar la zona de la garganta, para cuando los atributos masculinos se suban al cuello, no tengan impedimento ni obstáculo que ayude a estrangular al propietario de los mismos. Cuatro temporadas en Segunda