Muchas de las cualidades del talento deportivo se hallan regidas por la herencia, lo que las hace poco modificables para el entrenamiento. De esta manera, el campeón primero nace y después se hace. Para llegar a serlo, el niño deportista ha de superar numerosos obstáculos y sólo un reducido número de privilegiados acceden sin que se quebrante su salud.
El empeño por parte de padres, entrenadores y médicos en conseguir campeones mediante el entrenamiento intento, en aquellos niños faltos de condiciones, no hará otra cosa sino producir individuos lesionados, inadaptados y frustrados, a la vez que favorece el abandono de toda actividad física, incluida la recreacional, lo que supone un paso negativo en la vida del niño.
En los últimos años, las lesiones traumáticas no sólo han aumentado sino que, a la vez, han surgido nuevos tipos desconocidos hasta hace poco en el deporte recreativo. Las lesiones traumáticas agudas son las que se originan por un macrotrauma, mientras que las lesiones traumáticas crónicas tienen como motivo la sobrecarga o la reiteración de un impacto sobre la unidad músculo-esquelética. Evidentemente, los deportes con posibilidad de choque favorecen más las lesiones agudas, mientras que las lesiones crónicas están más relacionadas con la intensidad del entrenamiento. La diferencia de las lesiones de los niños, con las que sufren los adultos, se basa en que el esqueleto inmaduro y en pleno crecimiento de los niños es mucho más vulnerable a los traumatismos.
Según el tipo de deporte practicado, se describen zonas en las cuales las lesiones son más frecuentes. Así, el cráneo se afecta más fácilmente en el balonmano y el hockey; el cuello, en la gimnasia y el fútbol; el brazo, en la gimnasia y el tenis; las costillas en el fútbol, rugby y balonmano; la muñeca en baloncesto y balonmano; los dedos en el balonvolea y el baloncesto; la rodilla en el fútbol y el esquí; y el tobillo, en el baloncesto, fútbol y atletismo.
El entrenamiento intenso en las niñas retrasa la aparición de la primera regla, especialmente en deportes como el atletismo, la gimnasia y la natación. Por lo general, cuanto antes se inicie los entrenamientos más se retrasa. Otra importante alteración del entrenamiento intenso es la ausencia del periodo menstrual, que todavía está sin poder explicarse de forma científica.
Por último, señalar que la incertidumbre en los resultados hace de la competición un poderoso agente estresante cuando el deportista no ha alcanzado un determinado grado de madurez. Otros autores defienden que puede ser útil para ayudar a soportar mejor el estrés originado por la vida, y en este caso, incluso se debería estimular. Sin embargo, no está claro en qué momento la intensidad del estrés deja de ser beneficiosa para transformarse en perjudicial. En este campo, los psicólogos son a veces buenos observadores y consultores para que los médicos nos podamos definir.
La alteración más importante consiste en la modificación del patrón normal del sueño, lo que sucede en un porcentaje cercano al 60% la noche antes de la competición. En el 11% de los niños que pierden un encuentro se produce una disminución acusada del apetito que no se sabe si puede ser debida al estrés de la competición. A más diversión, menos estrés.
Como recomendaciones, ante el peligro de un entrenamiento excesivo para los niños, podemos citar: