Grimalt ha hecho estas declaraciones en una entrevista con nuestra compañera Yolanda Hernández, donde ha asegurado que "el perfil de demandante de ayuda social se ha diversificado muchísimo. Ahora tenemos a muchos pequeños autónomos que han tenido que cerrar su empresa, trabajadores de economía sumergida como limpiadoras o cuidadoras de personas mayores, así como muchísimos jóvenes".
Acudir por primera vez a una de estas entidades sociales "es complicado psicológicamente, y la vergüenza puede invadir a muchas de estas personas. Tenemos que naturalizar el hecho de acudir a servicios sociales. Están para ayudarnos a salir del agujero en el que hayamos podido caer y debemos ser conscientes de que nadie está vacunado contra la pobreza".
Grimalt ha reconocido que ha faltado "agilidad" a la hora de conceder las ayudas y se han producido "embudos, colapsándose el sistema en algún momento", pero también ha señalado que "tenemos que reflexionar sobre el modelo socioeconómico que queremos para nuestra comunidad. En el último informe publicado el año pasado y que hacía referencia a 2019, ya señalábamos que en nuestra comunidad había 180.000 personas en riesgo de exclusión social cuando la economía estaba funcionando a pleno rendimiento".
El caso de los jóvenes es uno de los más complicados, ya que muchos de ellos dependían de los puestos de trabajo que más se han visto afectados por los estragos económicos de la pandemia. "El paro juvenil ya era elevado antes de la pandemia, y ahora las cifras se han incrementado mucho. Muchos ya no pueden soñar ni en emanciparse y los que ya habían abandonado el domicilio familiar, o han tenido que volver a él o han tenido que solicitar ayudas para poder seguir pagando el alquiler", ha señalado Grimalt.