La suma oficial está ahora en los 70 fallecidos, pero serán muchos más. La devastación es absoluta. Las lluvias torrenciales han destruido sembrados, carreteras, vías férreas, naves industriales, colegios y todo tipo de edificios. Una tragedia que ha roto miles de proyectos vitales y que ha disparado la solidaridad de toda España.
Las tormentas han regresado hoy a Valencia. Mientras aún se están rescatando a las víctimas de entre el barro, los servicios de emergencias miran al cielo rogando para que pare ya de llover.
La tierra y los cauces de los ríos y de los torrentes ya no pueden absorber más agua tras los casi 450 litros caídos en muy pocas horas. Una avalancha imposible de controlar. Una catarata que ha dejado tras de sí decenas de cuerpos sin vida y miles de millones de euros de pérdidas en infraestructuras y negocios.
Desde el año 1966 no se habían producido lluvias como las de ayer, cuando el 11 de septiembre de entonces se acumularon 520 litros en Tavernes de la Val, también en Valencia.
Una Dana antes llamada gota fría que, pese a las advertencias de la Agencia Estatal de Meteorología, ha sido mucho más intensa de lo previsto. La humedad del aire, tras un verano muy caluroso y con gran evaporación en el Mar Mediterráneo, ha producido una auténtica explosión de lluvia al chocar con el aire frío de las zonas más altas de la atmósfera.
El resultado: la devastación.
Una devastación en forma de personas fallecidas o desaparecidas bajo el tsunami de la lluvia. Desde la pareja de ancianos que quedó atrapada en los bajos de su casa en Cuenca hasta Lourdes y su bebé, que llamó desesperada a su padre rodeada por el agua y le pidió que cuidará a sus otros hijos.
La suma de fallecidos sique su ascenso estremecedor. La Dana permanece amenazadora sobre la Península y acecha a Baleares. Ahora llega el momento del recuento de pérdidas, de la reconstrucción y, sobre todo, de la solidaridad. Cadenas de supermercados, grandes almacenes y empresas de todos los sectores se están volcando con los damnificados.
Mientras, el cielo sigue lloviendo sobre Valencia y los ciudadanos lloran a sus muertos. La Dana ha pasado, el dolor permanece.