Bordados Valldemossa abrió sus puertas en 1970 en la calle Sant Miquel de Palma. Desde entonces, su propietario, Joan Binimelis, acude cada día a su negocio de bordados, el único que sobrevive en el centro de Ciutat.
Y es que de los 15 que había, todos han ido cerrando, siendo el suyo el único que queda ofreciendo este tipo de productos. "En tres años han cerrado 15 tiendas como esta. En el centro de Palma somos la única tienda de bordados que queda", ha afirmado Binimelis, quien ha lamentado que "es una pena pero la realidad es que son tiendas que están sentenciadas a muerte".
Y mientras no deja de crecer la larga lista de comercios históricos que anuncian su cierre definitivo, Bordados Valldemossa es de los pocos comercios tradicionales que quedan en la calle San Miguel, resistiendo como buenamente puede. "Mi máquina solo aguanta las mañanas pero algo es, seguimos al pie del cañón", señala el dueño de la tienda.
Binimelis reconoce que hace tiempo que podría haber traspasado el negocio, pero su comercio le da vida. "Yo seré como los toreros, moriré con las botas puestas", afirma el propietario de Bordados Valldemossa, añadiendo que "si traspasase la tienda y veo que ponen un negocio que no es de bordados, a los tres días me entierran",
Sobre la situación que vive el comercio de proximidad en Palma, Joan Binimelis es "muy pesimista" y lamenta que cada vez más negocios de toda la vida se ven abocados al cierre al no poder competir con grandes superficies, franquicias y multinacionales.
"En la calle San Miguel predominan las franquicias y grandes superficies y las tiendas emblemáticas van desapareciendo, solo quedan 5 o 6", admite Joan Binimelis, añadiendo que "antes en la calle San Miguel éramos 96 asociados, ahora solo quedamos tres, con esto está dicho todo".
En este sentido, el propietario de Bordados Valldemossa lamenta la falta de apoyo al sector de las diferentes instituciones de las Islas.